—Me dejó un mensaje para
darme las gracias por la cena, pero no le he devuelto la llamada.
— ¿Por qué?
—Porque sólo quería
darme las gracias.
— ¿Y qué?
—Que no tengo nada que
decirle —contestó Demi, encogiéndose de hombros—. Además, no quiero molestarlo.
Seguro que está muy ocupado con Ashley.
—Seguramente pensarán
que no quieres saber nada de ellos —dijo Selena— ¿No querías hacerle creer que Ashley
te cae bien?
—Sí, pero... es que
necesito tiempo para acostumbrarme a la idea de que va a casarse.
—Has tenido tres
semanas, Demi. Vas a tener que acostumbrarte de una vez.
Ella dejó escapar un
suspiro.
—Lo sé.
El problema era que no
podía imaginar una conversación normal con Joe cuando sólo podía pensar: «Te
quiero, te quiero, te quiero». Aunque podría llamar y desearles feliz viaje.
—Le llamaré.
Afortunadamente, Miley y
Selena dejaron el tema.
— ¿Qué podemos hacer
para animarte? —preguntó Selena—. Mañana es viernes. ¿Por qué no vienes a cenar
con nosotros? Te convendría comer un poco.
—Tengo una fiesta en
Battersea —dijo Demi, sin entusiasmo.
Al día siguiente, cuando
salió de trabajar, estaba menos entusiasmada todavía. Era una tarde oscura y
fría de noviembre y, con aquel viento huracanado, su paraguas no servía de
nada. No le apetecía ir a casa, arreglarse, salir a la calle otra vez y pasar
la noche fingiendo que lo estaba pasando bomba.
Pero la alternativa era
quedarse en casa echando de menos a Joe. A lo mejor una copa la animaba, pensó.
Pero seguía intentando encontrar fuerzas para meterse en la ducha cuando sonó
el timbre. Su corazón dio un salto mortal al ver a Joe en la puerta, empapado.
— ¡Joe! ¿Qué haces aquí?
—Tenía que verte.
No sabía qué decir.
Estaba allí por instinto. No podía explicárselo por teléfono, tenía que verla
personalmente. Pero cuando abrió la puerta se dio cuenta de que no sabía qué
decirle. Allí estaba Demi, con su melena rubia, su falda corta y sus zapatos de
tacón de aguja. Su Demi.
—Entra. Estás empapado
—dijo, ayudándolo a quitarse la gabardina—. Siéntate. Voy a prepararte una
copa.
Debía tener un aspecto
terrible, pero ya se sentía mejor. Había algo increíblemente consolador en
aquella casa y, especialmente, en aquella cocina llena de cosas.
—Gracias.
—Toma —murmuró Demi,
poniéndole un vaso de whisky en la mano—. Y ahora, dime qué te pasa.
—Ashley me ha dejado
—dijo Joe.
— ¿Que te ha dejado?
¿Cómo que te ha dejado?
—Se ha ido. Ya no quiere
casarse conmigo.
Fue casi un alivio
percatarse de que la noticia era tan sorprendente para Demi como para él.
—Pero... ¿por qué? El
otro día estaba tan emocionada... sólo podía hablar de la boda.
—Estaba intentando
convencerse a sí misma de que eso era lo que quería —suspiró Joe—. Pero no es
así. Lleva mucho tiempo enamorada de otro hombre.
— ¿Quién es? ¿Lo
conoces?
—Se llama Liam. Es un
ejecutivo de C.B.C. Hoy me ha dicho que tuvieron un apasionado romance y que
estaba loca por él. Pero, por supuesto, él está casado. Le decía que iba a
divorciarse, pero luego le daba todo tipo de excusas y, al final, cortó con él.
Por eso vino a trabajar conmigo.
—Así que todo eso de que
quería un puesto más interesante, más dinámico... era mentira.
—No exactamente. Pero
tampoco ha sido lo que esperaba. ¿Te acuerdas del contrato que esperábamos
conseguir con C.B.C? Si lo conseguimos, será gracias a sus contactos... y sus
contactos eran directamente con el tal Liam, lo cual no ha sido fácil para
ella.
A Demi no le apetecía
sentir pena por Ashley.
—Por favor, Joe, qué
bueno eres.
—No, en serio. Ashley
hizo lo que pudo para olvidarse de él, pero no pudo hacerlo. Y hablando con Liam
todos los días...
—Yo tendría más respeto
por ella si no te hubiera utilizado —lo interrumpió Demi.
—Ashley no es una
mentirosa. Yo le gustaba y pensó que podríamos llevarnos bien, pero... no
siente por mí lo que sentía por Liam. Al final, no ha podido resistirlo.
— ¿Y pensó en ti en
algún momento? No.
—Yo creo que lo intentó.
Teníamos muchas cosas en común y algunos matrimonios se basan en menos que eso.
Ashley pensaba que si hacía planes para la boda se olvidaría de Liam.
— ¿Y por qué cambió de
opinión? —preguntó Demi.
—Porque él la llamó
ayer. Por lo visto, va a pedir el divorcio, así que... en fin, Ashley me dijo
que no podía engañarme, que lo que sentía por Liam era muy fuerte.
—Qué noble por su parte
—murmuró ella, irritada
—Al menos es sincera. Ha
sido una típica relación de rebote y prefiero que me lo haya dicho antes de que
nos casáramos.
—Sí, claro. Lo siento, Joe.
Es que no me puedo creer que te lo tomes tan bien. Ashley parecía tan feliz
contigo y... y hacíais buena pareja.
— ¿De verdad? —murmuró
él, tomando un sorbo de whisky. Allí, sentado con Demi en el sofá, todo parecía
más fácil—. Ahora ya no lo sé.
—Lo siento mucho.
—Y yo siento venir a
contarte mis penas.
—Creo recordar que yo he
llorado en tu hombro un par de veces —sonrió Demi, cruzando las piernas—. ¿Cómo
estás? Pero de verdad, no me des la versión para el público.
Joe sonrió.
—Un poco sorprendido,
supongo.
No podía contarle que su
primera reacción fue de alivio. No supo que tenía reservas sobre aquel matrimonio
hasta que Ashley anunció que no quería casarse. Entonces fue como si le
hubieran quitado un peso de encima.
—Era lo último que
esperaba oír. Ashley llevaba una semana haciendo planes para la boda y
trabajamos juntos... pero yo no había notado nada. Se le da muy bien separar la
vida profesional y la vida personal.
Demi lo dudaba. Ashley
se había acostado con su jefe, en al menos dos ocasiones, y no había forma más
clara de mezclar vida profesional y personal.
— ¿Qué le dijiste?
— ¿Qué podía decirle? Si
está enamorada de Liam no tiene sentido que se case conmigo.
Demi había soñado que no
se casaba con Ashley, pero llegado el momento sólo podía pensar en el dolor que
debía estar sintiendo.
No era el momento de
echarse en sus brazos para decirle que lo amaba y lo amaría siempre. Joe seguía
enamorado de Ashley y no estaba preparado para otra relación.
—A lo mejor vuelve
contigo. A lo mejor cuando viva con el tal Liam se da cuenta de que ya no lo
quiere —dijo, para consolarlo—. El romance se termina cuando tienes que lavar
los calcetines de alguien.
—Es posible —murmuró él.
—Y si no, Ashley es
tonta. No sabe la suerte que ha tenido. No podría encontrar un hombre mejor que
tú.
—Pero yo no soy el
hombre que quiere... Perdona, Demi, soy un idiota. Sé que tú también estás
pasando un mal momento —dijo Joe entonces, tomando su mano. —Sí. Sé lo que es.
Todo debería ser
perfecto. Joe estaba libre, ella estaba libre. ¿Qué más se podía pedir? Pero no
era tan fácil. Si no había podido decirle lo que sentía por él antes de Ashley,
en aquel momento sería aún más difícil. Joe estaba poniendo al mal tiempo buena
cara, pero seguramente estaba muy dolido. Necesitaba su apoyo, no que le
complicase la vida. ¿Para qué iba a decírselo, además? ¿De verdad quería que
estuviese con ella de rebote, como Ashley? No, lo mejor sería hacerle creer que
seguía enamorada de Will. Por el momento.
—Menudo par —rió Joe
entonces—. Nos han rechazado a los dos. ¿Qué nos pasa?
— ¿Qué les pasa a ellos?
—intentó reír Demi.
—Me alegro de que estés aquí
—dijo él entonces, besando su pelo.
—Siempre estaré aquí,
tonto. —Lo sé.
— ¿Qué vas a hacer
ahora?
—No hay nada que hacer. Ashley
y yo seguiremos trabajando juntos como dos personas civilizadas.
— ¿Quieres decir que va
a seguir trabajando contigo después de lo que te ha hecho? —exclamó Demi,
indignada.
—No puedo despedirla
porque no esté enamorada de mí. Además, es muy buena en su trabajo. La
necesitamos para conseguir el contrato con C.B.C.
Demi no podía creer que Ashley
fuese tan importante.
—Pero será muy incómodo,
¿no? Todo el mundo sabe que habéis vivido juntos y pensabais casaros.
Joe se encogió de
hombros.
—Tendremos que
soportarlo. Además, la semana que viene estaremos en las Seychelles, así podrán
hablar todo lo que quieran.
Ella lo miró, perpleja.
¿Cómo podía seguir siendo un caballero? ¿Cómo podía irse con Ashley a las
Seychelles?
—Ah, genial. ¿Por qué no
le dices a Liam que vaya a las Seychelles también? Puedes incluso hacerle las
maletas y llevarlo al aeropuerto.
—Liam irá a las
Seychelles —contestó Joe—. Trabaja en C.B.C e irá con Ashley, en lugar de con
su mujer.
—Pero... ¿y tú?
—Mentiría si dijera que
me apetece ir. Francamente, lo último que quiero en este momento es estar en
una isla haciéndole la pelota a unos clientes. Por eso es importante que Ashley
vaya. A ella se le dan muy bien esas cosas. Aunque será incómodo, lo reconozco.
— ¿De verdad tienes que
ir?
—Claro que sí —suspiró Joe—.
C.B.C. insiste en que me relacione con los ejecutivos y el contrato es
demasiado importante como para dejarlo pasar. Hay mucha gente en mi oficina que
depende de ese contrato —añadió, tomando un sorbo de whisky—. Pero tendré que
llamar mañana para decir que no voy con mi prometida.
— ¿Porqué?
—Porque nos habían dado
una habitación doble.
—Ya, bueno... pero
podrías ir con «otra» prometida —dijo Demi entonces.
— ¿Qué quieres decir?
—Liam ha cambiado el
nombre de su esposa por el de Ashley y tú puedes hacer lo mismo, ¿no?
— ¿Para qué? Ashley ya
tiene su billete.
—No estoy hablando de Ashley.
Estoy hablando de mí.
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