sábado, 15 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:5 Dedicado a marianell perez




No quería estar enamorada de él. Quería que siguieran siendo amigos, que todo fuera como antes, pero la certeza de que eso ya no podría ser era como un puño apretando su corazón.
Las palabras de Will habían hecho que el genio saliera de la lámpara y no había forma de esconderlo otra vez.
Era la verdad, implacable, indiscutible.
Después de tantos años, estaba enamorada de Joe.

Capítulo 3
Demi miraba a los actores en el escenario, pero no los veía. Entonces recordó lo que Miley le dijo el día de la boda: «Lo sabrás cuando lo encuentres».
Pero no había sabido quién era el hombre de su vida. Tuvo que ser Will, normalmente no el más perceptivo de los hombres, quien le hiciera darse cuenta de la verdad. Y su vida había cambiado para siempre.
¿Qué podía hacer? Cuando tenía problemas siempre hablaba con Joe, pero él era la única persona a la que no podía contarle aquello.
Si acostarse con él habría roto su amistad, mucho peor sería confesarle lo que sentía. Joe estaba con Ashley, se recordó a sí misma. Tendría que hacer un esfuerzo para seguir siendo su amiga y aceptar a Ashley de una vez.
No sería fácil, pero tendría que intentarlo.
No podía contarle a Joe cómo había cambiado su vida, pero sí podía decirle la verdad sobre Will. Era una estupidez seguir aparentando que eran novios. Además, ella nunca le había mentido. Si seguían siendo amigos sería absurdo no admitir que Will no era el hombre de su vida.
Durante las siguientes semanas no encontró oportunidad de verlo y cuando, por fin, recibió un e-mail de Joe preguntando si podían tomar una copa al día siguiente, decidió que era el momento de contárselo todo. O casi todo.
«Por supuesto», le escribió. «Tengo muchas cosas que contarte. ¿El mismo sitio de siempre a la misma hora?».
«Yo también tengo cosas que contarte», escribió Joe. «Nos vemos mañana».
Demi pasó todo el día ridículamente nerviosa. Era peor que su primera cita.
No podía creer que estuviera tan excitada por quedar con Joe. Pero iba rezando para que, al verlo, todos sus males se curasen. Pensaba que, al verlo, se daría cuenta de que sus miedos eran desproporcionados, que descubriría al mirarlo a los ojos que no estaba enamorada de él.
Pero intuía que no iba a ser así. Le temblaban las manos mientras se pintaba los labios en el lavabo de la oficina.
—Estás muy guapa. ¿Tienes una cita? —le preguntó la secretaria de su jefe.
—No —contestó Demi—. He quedado con un amigo.
Un amigo. Eso era Joe. Debía recordarlo. Aunque cada vez que pensaba en él se le hacía un nudo en el estómago.
Llegó al bar diez minutos antes de la hora, algo rarísimo en ella. Era una broma común entre sus amigos decir que llevaba el reloj atrasado a propósito. Nerviosa, pidió una copa y se sentó cerca de una ventana, sin saber qué hacer.
Era horrible. No sabía si quería ver a Joe o estaba temiendo el momento.
Cuando entró, ni siquiera echó un vistazo alrededor. Miró su reloj, suponiendo que ella llegaría tarde y se acercó a la barra.
El corazón de Demi empezó a latir como loco. Menos mal que no la había visto porque no hubiera podido decir una sola palabra. Y ella esperando que, al verlo, se daría cuenta de que no estaba enamorada...
No podía dejar de mirarlo, sentado frente a la barra con un pantalón de color caqui y una vieja chaqueta de ante. Llevaba años regañándolo porque se negaba a ir a la moda y porque siempre se cortaba el pelo igual... y ahora, con sólo mirar su espalda se le encogía el corazón.
Joe no vestía a la moda, pero exudaba una gran masculinidad y no era un hombre fácil de ignorar. Ni siquiera por los camareros, que le sirvieron de inmediato.
Diez segundos después, se volvió con una cerveza en la mano y, tragando saliva, Demi levantó un brazo para llamar su atención.
— ¡Has llegado a tu hora! —exclamó Joe dejando la cerveza sobre la mesa—. ¿Estoy en otro universo paralelo sin darme cuenta? ¿Qué te ha pasado?
«Que estoy enamorada de ti».
La mejilla, donde Joe le había dado un beso, parecía temblarle. Estaba absurdamente nerviosa.
—Es que no tenía mucho trabajo y salí antes.
— ¿No tenías mucho trabajo en el mundo de las Relaciones Públicas? ¡Estoy en un universo paralelo! —rió Joe, levantando su cerveza—. ¡Salud! Bueno, estás muy guapa.
—Tú también.
Estaba más que guapo, estaba maravilloso. Demi no podía apartar los ojos de él. Hubiera querido sentarse en sus rodillas, echarle los brazos al cuello, darle besos en la boca. Atónita por la fuerza de un deseo que no había sentido antes, tomó un sorbo de vino. Tantos años con Joe y ahora no podía apartar las manos de él... figuradamente. Menos mal que estaba sentado al otro lado de la mesa. Aun así, sujetó la copa con las dos manos. Por si acaso.
— ¿Cómo te va todo?
—Bien, ¿y a ti?
—Sí, bien.
Demi tenía ganas de llorar. Todo había sido siempre tan fácil con Joe. Solían pasarse las tardes hablando y tomándose el pelo...
— ¿Te vas a ir a las Seychelles?
Él asintió.
—Dentro de tres semanas.
—Qué suerte. Ojala yo pudiera irme de Londres en noviembre. Aquí hace un tiempo tan triste...
Genial, y encima hablaba del tiempo.
Joe tomó un sorbo de cerveza, en silencio, y Demi se concentró en hacer dibujitos sobre la mesa con la copa de vino. Debería contarle lo de Will, pero entonces le preguntaría por qué y una cosa llevaría a la otra y... mejor no contarle nada.
—Dijiste que tenías muchas cosas que contarme.
—Tú primero —murmuró Demi—. Tú también dijiste que tenías noticias.
—Sí, sí, es verdad.
Parecía incómodo. Evidentemente, tampoco él sabía por dónde empezar.
— ¿Es bueno o malo?
—Bueno —dijo Joe.
—Pues no pareces muy seguro.
—No, es bueno. De verdad, es bueno.
Era estupendo. Entonces, ¿por qué no estaba dando saltos de alegría?, se preguntó Joe. Cuando Ashley lo sugirió le pareció una buena idea. Debería subirse a la mesa y contárselo a todo el mundo. Pero no había esperado que le resultase tan difícil contárselo a Demi.
— ¿Es sobre el trabajo?
—No, no tiene nada que ver —contestó él, tomando otro trago de cerveza.
Demi movió la melena de un lado a otro, con uno de sus típicos gestos de impaciencia.
—Pues cuéntamelo de una vez.
—Ashley y yo vamos a casarnos.
Al decirlo, se sintió culpable sin saber por qué. Quizá no debería haber sido tan brusco. Demi parecía haberse quedado congelada, con una expresión vacía, ausente. Entonces miró su copa y Joe empezó a preguntarse si lo había oído.
— ¿Demi?
— ¡Felicidades! —exclamó ella entonces, levantándose para darle un beso.
Podía oler su colonia. Siempre llevaba la misma: Allure, le dijo un día, cuando le preguntó el nombre. «Puedes comprarme un frasco cuando quieras». Cuando iba a su casa podía oler ese perfume en todas partes.
¿Qué perfume usaba Ashley? ¿No era eso algo que un novio debería saber?
— ¿Cuándo ha sido? —preguntó Demi con una sonrisa que, por alguna razón, hizo que Joe se sintiera incómodo.
Era la misma Demi de siempre, la de los ojos azules, la que apartaba la melena rubia con un gracioso movimiento. Pero había algo en esa sonrisa que no... no era la habitual.
—La semana pasada.
Acababan de conseguir un buen contrato y fueron a celebrarlo. Cuando llegaron a casa, Joe intentó decirle a Ashley cuánto le agradecía su trabajo...
—No podríamos haberlo conseguido sin ti. Creo que hacemos un equipo fantástico.
—Creo que tú y yo seríamos un buen equipo hiciéramos lo que hiciéramos —sonrió Ashley entonces—. ¿Por qué no lo convertimos en algo permanente?
Y a Joe no se le ocurrió ninguna razón para decir que no. Ashley era preciosa e inteligente y compartían muchos intereses. Era fácil vivir con ella, no tenía ninguna costumbre irritante...
Demi, por ejemplo, lo volvería loco. Nunca cerraría los cajones ni pondría el tapón a la pasta de dientes y habría ropa suya tirada por toda la casa. Le llenaría el baño de cosméticos, monopolizaría el teléfono y se embarcaría en complicadas cenas que, al final, tendría que tirar a la basura.
No había nada de eso con Ashley. Joe no podía imaginar a nadie que cupiera en su mundo sin turbarlo como ella.
De modo que, ¿para qué iba a esperar? Demi estaba saliendo con Will y si no era Will sería cualquier otro ejecutivo insoportable.
Su amiga llevaba años diciéndole que no era romántico y Joe no discutía. Los románticos, como ella, tenían una visión muy poco realista de las relaciones sentimentales. Querían que todo fuera perfecto y la vida no era así.
Joe estaba entrenado para sobrevivir y para eso había que adaptarse a todas las situaciones y comprometerse cuando no quedaba más remedio. Y cuando había que tomar una decisión, tenía que hacerlo rápido.
Ashley tenía razón: formaban un buen equipo y formar parte de un equipo lo era todo. ¿Por qué no comprometerse de forma permanente?
— ¿La semana pasada? —repitió Demi—. ¿Por qué no me lo habías contado?
—Quería contártelo en persona —dijo él, incómodo—. Aún no se lo he contado a nadie.
— ¿Por qué no?
—Quería que tú fueses la primera en saberlo. Sé que es un poco precipitado, pero... ¿qué te parece?
—Creo que es una noticia fantástica. Y me alegro mucho por ti.
— ¿De verdad?
—Por supuesto. Estoy un poco sorprendida, pero... claro que estoy contenta. Yo creo que Ashley es perfecta para ti.
—Lo es, ¿verdad? —Joe no parecía muy seguro.
—Absolutamente —dijo Demi, intentando sonreír.
—Te cae bien, ¿no?
—Claro que sí —mintió ella—. ¿Cuándo es la boda?
—Aún no lo hemos decidido.
— ¿Vais a hacer una boda tradicional o algo diferente?
—Eso depende de Ashley. Pero creo que aún no ha hecho planes.
A Demi empezaba a dolerle la mandíbula del esfuerzo que hacía por sonreír.
— ¿Puedo ser tu padrino? Se supone que debe ser tu mejor amigo, ¿no?
—Siempre lo serás, Demi.
—Bueno, pues entonces hay que celebrarlo —sonrió ella, intentando ocultar su desesperación—. ¡Pero ahora quiero una copa de champán!

1 comentario: