sábado, 15 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:15 Dedicado a olga zambrano



Desgraciadamente, Ashley apareció. Estaba en el muelle, con Liam, que aparentemente, había sido persuadido para dejar a los peces en paz durante un día y parecía estar ya lamentándolo.
En total eran once personas, incluida Cassandra.
— ¿Está todo el mundo?
— ¿Vamos a ir en eso? —preguntó Joe, señalando el barco.
— ¿Qué le pasa?
—Es muy viejo y la barandilla es de madera. No parece seguro.
— ¿Cuál es el problema? —intervino Liam.
—No me gusta el barco.
—Por favor, está perfectamente protegido del sol.
—No estaba pensando en el sol —replicó Joe—. Pero no sé qué pasará si atravesamos una corriente en ese cascarón.
— ¿Qué corriente? Este océano es como un lago.
Joe miró el horizonte, haciendo una mueca.
—Creo que habrá tormenta.
—Venga, subamos a bordo —insistió Liam.
—Un momento. ¿Quién está a cargo de este barco?
—Es de Ron —contestó Cassandra—. Siempre hace las excursiones con nosotros, pero hoy no puede venir y ha enviado a Elvis —dijo, señalando a un adolescente—. Sólo tiene trece años, pero lleva toda la vida ayudando a su padre.
—Sí, claro, y Elvis nos sacará de cualquier apuro —replicó Joe, irónico—. ¿Hay salvavidas para todos?
—No vamos a necesitar salvavidas con este sol —protestó Liam.
—Sí, por favor Joe, deja de protestar —intervino Ashley.
Los demás se quejaron también y, a regañadientes, Joe tuvo que subir al barco. Demi, que estaba charlando con una chica y no se había enterado de la discusión, ya estaba a bordo.
Joe miró el horizonte de nuevo. Quizá estaba equivocado.
Y durante casi todo el día creyó que lo estaba. La gente iba muy alegre, como si quisieran disfrutar de lo poco que les quedaba en aquellas islas paradisíacas. Sólo él miraba el cielo de vez en cuando.
Por fin, echaron el ancla en un atolón de coral.
— ¿Lo ves? Si le hubiéramos hecho caso a Joe no estaríamos aquí, disfrutando de este paisaje —dijo Liam.
— ¿Dónde están las gafas y las aletas? —preguntó Demi para cambiar de tema—. Quiero bucear un rato.
Joe deseaba poder quitarse de encima la sensación de que iba a pasar algo. Pero tenía que tirarse al agua con Demi. A pesar de lo que dijera Liam las corrientes podían ser peligrosas y en aquella zona había tiburones, aunque no solían cruzar la barrera de coral.
Unos minutos después estaban en el agua y Demi señaló una tortuga que nadaba entre ellos.
— ¡Qué bonita! —sonrió, sacando la cabeza.
En fin, Demi estaba contenta y eso era lo único importante, se dijo Joe.
Poco después volvió a subir al barco y esperó charlando con Elvis hasta que volvieron los demás. Demi fue una de las últimas. Cuando se quitó las gafas tenía una marca roja en la cara, pero estaba preciosa, como siempre.
—Ha sido fabuloso. Qué colores tan increíbles. ¿Habéis visto la tortuga? Parece mentira que naden tan bien, con lo mal que andan sobre la arena...
Todos hablaban sobre lo que habían visto y sobre el almuerzo, que les había organizado el hotel.
—Estoy muerta de hambre —dijo Demi—. Vamos a comer ahora para poder bucear más tarde.
Iba caminando por encima de la montaña de aletas para buscar su pareo, pero perdió el equilibrio y tuvo que agarrarse a Joe.
Estaba empapada y caliente. Sin poder evitarlo, él la abrazó, con el corazón acelerado.
— ¿Estás bien?
Demi asintió con la cabeza, pero se apartó enseguida, antes de hacer una tontería como echarle los brazos al cuello, por ejemplo. Se había quedado impactada por el roce de su piel desnuda. Y eso fue suficiente para hacerle olvidar sus nobles propósitos de alegrarse si volvía con Ashley.
¿A quién intentaba engañar? Ella quería mucho más que ser su amiga. Quería cubrirlo de besos, quería sentir sus manos por todas partes, quería tumbarlo en el suelo del barco y hacerle el amor.
Tragando saliva, Demi se concentró en ponerse el pareo.
Mientras tanto, Joe intentaba no preguntarse por qué se había apartado tan rápido. ¿Habría visto el deseo en sus ojos?
Para olvidarse del asunto, miró el cielo de nuevo y se puso tenso. Había una fea línea negra avanzando inexorablemente hacia ellos.
—Creo que deberíamos volver a puerto.
Inmediatamente hubo un coro de protestas.
— ¡Pero si hace un día estupendo!
—Mirad —dijo él entonces señalando el cielo.
— ¡Está a muchos kilómetros!
—Aquí se está de maravilla.
—Tenemos que irnos —insistió Joe. La autoridad que había en su voz hizo que el coro se quedara en silencio—. ¿Falta alguien?
—Liam —contestó Ashley—. Ha dicho que quería bucear en una zona más profunda.
— ¿Sabes hacia dónde ha ido?
—Al otro lado de la barrera de coral.
Elvis puso el motor en marcha mientras Joe levantaba el ancla. Recorrieron el atolón de coral buscando a Liam y, unos minutos después, Ashley señaló con la mano:
— ¡Ya lo veo!
Pero Liam estaba buceando y no se percató de su presencia.
—Voy a buscarlo —suspiró Joe.
Ninguno de los que estaban a bordo del barco, incluida Demi, podía oír la conversación, pero estaba claro que Liam no quería subir.
— ¿Puedes hacer algo, Ashley? —preguntó, nerviosa.
—Si cree que quiero convencerlo para que obedezca a Joe, será imposible —suspiró ella—. Liam está celoso porque... bueno, ya sabes.
Sí, Demi lo sabía muy bien.
Afortunadamente alguien gritó entonces que los dos hombres volvían al barco. No estaba claro qué le había dicho Joe pero a juzgar por la expresión de Liam no debía haber sido nada agradable.

—No sé por qué tenemos que volver. Esas nubes están muy lejos de aquí. Además, a mí no me da miedo una tormenta tropical.
—Aquí no tenemos refugio, Liam.
—Puede que nos mojemos un poco, pero no pasa nada. Las tormentas tropicales duran sólo unos minutos —insistió él.
—Esto va a ser algo más que una tormenta tropical —dijo Joe entonces—. Tenemos que poner rumbo a la isla más cercana. Este barco no está hecho para soportar una tormenta fuerte con doce personas a bordo.
—Yo digo que nos quedemos aquí —insistió Liam—. ¿Quién está conmigo?
—No habrá votación —dijo Joe, encarándose con él. Demi sintió un escalofrío. Nunca lo había visto así y se alegraba de que la furia no fuese dirigida a ella—. Se acerca una tormenta y no estoy dispuesto a arriesgar la vida de Demi ni la de los demás en mar abierto. Vamos a volver ahora mismo, así que sugiero que te sientes y te calles.
Liam se sentó. Joe se acercó a Elvis, que no parecía saber qué hacer.
—Muy bien, chico. A toda vela.
— ¿Por qué le da órdenes a todo el mundo? —protestó Liam—. Si me hubieran dicho que iba a entrar en el ejército, no me habría apuntado a este viaje.
—Una pena que lo hayas hecho —murmuró Cassandra.
—Joe sabe lo que está haciendo —dijo Demi, nerviosa.
—Sí, es verdad. Cállate, Liam —le espetó Ashley entonces.
Hacía mucho calor. El agua era tan clara que podían ver a los peces que nadaban cerca del barco. Pero había algo raro en aquella idílica escena. Por delante todo parecía perfecto, pero si miraban hacia atrás, la nube negra parecía perseguirlos de forma inexorable, acercándose cada vez más.
— ¿No puede ir más rápido, Elvis? —preguntó Joe.
—No, señor. Ya va a toda velocidad.
—Bueno, no pasa nada.
Todos empezaron a parecer más positivos, pero Demi sospechaba que era por la actitud de Joe.
— ¿Crees que nos pillará la tormenta? —preguntó Cassandra.
—Es posible que nos mojemos un poco, pero cuando lleguemos a la isla estaremos a salvo. Tenemos comida y agua, no pasará nada.

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