viernes, 28 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:20 Final




Ella levantó la cabeza y tomó un trago, pero estaba tan fuerte que casi se atragantó. Y eso le hizo llorar de nuevo. Selena le dio una caja de pañuelos.
—No te preocupes. Todas hemos llorado en esta mesa.
—Sí, es verdad.
—Bueno, ahora cuéntanoslo todo.
Demi les contó la historia de la tormenta, la noche en la habitación...
—No sé por qué te preocupas —dijo Selena—. Es evidente que Joe está enamorado de ti.
—Entonces, ¿por qué se ha ido con Ashley? Ni siquiera me ha llamado para preguntar cómo tengo el pie.
—Podrías llamarle tú —sugirió Miley.
—No puedo. Seguramente sigue en la cama con Ashley.
—Por favor... mira, Demi, sois amigos desde hace muchos años y no vais a dejar de serlo.
—No creo que podamos ser amigos si está con Ashley. No puedo soportar verlo con ella. Pero si no somos amigos no volveré a verlo, así que no sé qué hacer... —Demi rompió a llorar de nuevo—. Le echo tanto de menos...
Miley le pasó un brazo por los hombros.
—No creo que Joe vuelva con Ashley.
—Entonces, ¿por qué no me llama?
—A lo mejor no ha podido librarse de esa pesada —sugirió Selena—. Seguramente quiere dejarle claro que ya no hay nada entre ellos antes de venir a hablar contigo.
Pero Joe no apareció. Ni llamó. Ni mandó un e-mail. Demi se pasaba el día comprobando los mensajes del contestador. El teléfono de Joe podría estar estropeado, pero era muy improbable que también lo estuviera el de la oficina y la conexión a Internet.
— ¿Tú crees que podría estar enfermo? —le preguntó a Miley un día.
—No, yo creo que está esperando que lo llames tú. Por lo que me has contado, seguramente piensa que ya no quieres ser su amiga.
—No, seguro que es tan feliz con Ashley que ya no se acuerda de mí —suspiró Demi.
—No lo sabrás hasta que hables con él.
Al final, Demi envió un e-mail que tardó horas en redactar. Se disculpaba por no haber llamado y, al final, sugería que fuesen a tomar una copa. Supuestamente, aquello debía sonar como el e-mail de una amiga, como el que habría escrito antes de estropearlo todo acostándose con él.
Después, comprobó el correo cada cinco minutos para ver si había respuesta y cuando el nombre de Joe apareció por fin, abrió el mensaje con el corazón en la garganta. Le temblaban las manos.
« ¿Tienes algo que hacer esta noche?», decía el mensaje.
«Nada especial», contestó ella. « ¿Por qué no vienes a casa? Podemos tomar una copa de vino y charlar, como en los viejos tiempos».
Eso sonaba muy normal, ¿no?
La respuesta de Joe llegó unos minutos después y Demi abrió el correo inmediatamente. Quizá le diría que la había echado de menos, que estaba deseando verla...
«Muy bien», decía el mensaje.
Los correos de Joe eran como él: breves, concretos, sucintos.
Estuvo horas intentando elegir lo que iba a ponerse. Nunca había tenido problemas para impresionar a un hombre. Selena incluso solía decir que tenía un doctorado en coqueteos, pero nunca se imaginó a sí misma flirteando con Joe. No podía sonreír con picardía ni cruzar las piernas seductoramente porque él pensaría que estaba loca.
Cuando sonó el timbre tuvo que pararse un momento para tomar aire, pero se quedó sin él en cuanto lo vio en la puerta.
—Hola —dijo, con voz entrecortada—. Perdona, es que me he atragantado. Pasa.
Estaba exactamente igual que siempre, pensó. No había ninguna señal de que la hubiera echado de menos o de que aquella noche fuera diferente de otras noches, cuando iba a verla como amigo.
Parecía un poco cansado, pero podría haber muchas razones para eso. Desde luego, no tenía los ojos rojos de llorar toda la noche, como ella.
— ¿Has tenido mucho trabajo? —preguntó, buscando un sacacorchos en el cajón.
—Muchísimo. Nos llamaron de C.B.C. nada más volver de las Seychelles. Hemos conseguido el contrato.
— ¿En serio? ¿A pesar de Liam?
—Por lo visto, el hombre que realmente toma las decisiones en C.B.C. naufragó con nosotros. Fue el que nos ayudó a mover el barco y parece pensar que somos la empresa que necesita.
— ¡Joe, es una noticia estupenda!
—La verdad es que está encantado contigo.
— ¿Conmigo?
—Pues sí, le pareces muy simpática. Y sospecho que tú eres responsable de que hayamos conseguido el contrato.
—Eso no es verdad.
Demi sirvió dos copas de vino y las llevó a la mesa, pero se sentó al otro lado del sofá, donde no había peligro de rozarse con Joe.
—Gracias de todas formas —dijo él.
Después hubo una pausa. Acababa de conseguir un gran contrato, pero no parecía muy contento.
— ¿Qué tal estás tú?
—Bien. ¿Y tú?
—Bien.
Demi tragó saliva. Aquello no era lo de siempre.
—No sabía si ibas a llamarme, por eso te mandé el e-mail. ¿Dónde está Ashley?
— ¿Ashley? —repitió Joe—. No tengo ni idea.
La garra de hielo que apretaba el corazón de Demi pareció aflojarse un poco.
—Entonces, ¿no estáis...?
— ¿No estamos qué?
— ¿No estáis juntos otra vez?
—Claro que no —contestó él.
—Ah, perdona.
— ¿Por qué?
—Pues... siento que estés disgustado.
—No estoy disgustado... al menos, no lo estoy por Ashley —dijo Joe entonces.
—Si no es por ella, ¿por qué pareces tan triste? —preguntó Demi. Joe vaciló un momento—. Puedes contármelo. Para eso están los amigos, ¿no?
—Ése es el problema —dijo él entonces, dejando la copa sobre la mesa—. No creo que podamos ser amigos.
Lo había dicho tan serio que Demi se quedó sin respiración.
—No podemos dejar de serlo.
—Creo que sería más fácil si no volviéramos a vernos.
—Pero... ¿por qué?
—Porque ser amigos ya no es suficiente para mí —suspiró Joe, apartando la mirada—. Lo siento, Demi. No puedo. Lo último que deseo es hacerte daño, pero no puedo soportarlo más. No deberíamos haber hecho el amor... lo ha estropeado todo. Lo sabía, sabía que no podríamos volver a tratarnos como antes. Voy a echarte de menos más que a nadie, pero estoy demasiado enamorado como para ser tu amigo. No sé cómo voy a soportar estar sin ti...
Demi nunca lo había visto tan incoherente y tardó unos segundos en entender lo que estaba diciendo.
—Joe...
Pero le había salido como un suspiro y Joe seguía hablando.
—No sabía qué hacer. Estaba desesperado por verte, pero sabía que si lo hacía querría besarte y... sé que tú quieres que sigamos siendo amigos, pero no puedo hacerlo. No soy capaz.
—Joe...
—Lo siento, lo siento, no quiero que lo pases mal. Esto es horrible, pero tengo que decírtelo: te quiero, Demi. Te quiero. No puedo vivir sin ti, pero sé lo que sientes por Will y sé que nada será lo mismo...
— ¡Joe! ¿Quieres callarte un momento?
—Sí —contestó él, cortado.
—Yo no estoy enamorada de Will —dijo Demi—. Estoy enamorada de ti.
Entonces fue Joe quien se quedó sin voz.
— ¿Qué? —consiguió decir al fin.
—Sólo te conté que estaba enamorada de él porque tú estabas comprometido con Ashley. Pensé que te sentirías incómodo y que sería más fácil hacerte creer que estaba enamorada de Will...
— ¿Más fácil?
—Yo no sabía que tú me quisieras.
— ¿Estás enamorada de mí? —preguntó Joe entonces.
Demi dejó escapar un suspiro.
—Yo creo que siempre he estado enamorada de ti. Pero tardé demasiado en darme cuenta.
Joe seguía teniendo problemas para asimilar aquella información.
— ¿Estás enamorada de mí?
—Sí —contestó ella, con una sonrisa que lo reconfortó por dentro—. Sí, estoy enamorada de ti.
—Demi... —Joe seguía mirándola sin entender, pero por fin empezó a reírse—. Demi... —dijo entonces, sentándola sobre sus rodillas—. ¿Sabes cuántos años llevo esperando que dijeras eso? ¡Catorce!
— ¿No irás a decirme que llevas todo ese tiempo enamorado de mí?
—Claro que sí. Me enamoré en cuanto te vi —murmuró él, buscando sus labios.
— ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque nunca me habías mirado más que como un amigo. Eres tan guapa, tan seductora... así que decidí que sólo podíamos ser amigos. Me decía a mí mismo que ser tu amigo era mejor que nada. Supongo que es por eso por lo que me comprometí con Ashley, pero no funcionó... ¿cómo iba a funcionar? Ashley no eres tú. No sabes el alivio que sentí cuando rompió el compromiso.
— ¿De verdad?
—Pero tú no hacías más que hablar de nuestra amistad y nuestra amistad... por eso pasaba tanto tiempo con Ashley. Era la única forma de no abalanzarme sobre ti.
Demi suspiró, feliz.
—Para conocernos hace tanto tiempo, parece que no nos enterábamos de nada. ¿Debo saber algo más para evitar malentendidos?
—Sólo que te quiero —dijo él, tomando su cara entre las manos—. Te quiero y te necesito. Quiero volver a casa cada noche y encontrarte a ti. ¿Qué dices, Demi? ¿Podemos ser amantes además de amigos?
—Sí —contestó ella—. Podemos y lo seremos siempre.

—Todo esto es muy misterioso —dijo Nick cuando Demi abrió la puerta—. Miley me ha dicho que teníamos que venir a cenar y que era muy importante, pero no ha querido contarme por qué.
—Te he dicho todo lo que sé —protestó Miley—. Díselo, Demi.
—Es verdad. Nadie sabe nada —admitió ella—. Selena y Taylor ya están aquí.
— ¡Menos mal que habéis llegado! —exclamó Selena—. Taylor y yo nos morimos de curiosidad.
—Yo estoy al borde del infarto —dijo él, irónico.
Demi miró a Joe y él tomó su mano.
—Vamos a casarnos.
Hubo un momento de silencio y entonces los cuatro se echaron a reír.
— ¡Eso ya lo sabíamos! —exclamó Selena.
—Menuda sorpresa —dijo Miley—. Pensé que ibais a decirnos que esperabais un niño.
—Pues para—nosotros ha sido una sorpresa —protestó Demi. Pero Joe también se estaba riendo.
—Eso es lo malo de tener tan buenos amigos. Que nos conocen mejor que nosotros mismos.
—Pero nos alegramos muchísimo de que, por fin, os hayáis dado cuenta —dijo Miley.
—Ya era hora —añadió Selena—. Estábamos empezando a desesperar.
—Desde luego, esto es increíble —sonrió Nick, abriendo una botella de champán—. Tres compromisos falsos y tres finales felices.
Joe estrechó a Demi contra su corazón.
—Tres comienzos felices.

Fin.

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:19



—Pero aún no es mañana —susurró Demi.
—Eso es verdad —sonrió Joe, besando la curva de sus hombros—. ¿Crees que deberíamos seguir aprovechándonos de esta sensación irreal?
—Yo creo que sí —murmuró Demi, apretándose contra él.

***
TIENES hambre?
—Estoy desfallecida —contestó ella.
— ¿Quieres que baje a ver si encuentro algo de comer? —preguntó Joe.
Demi miró el despertador.
—Las once. Se nos ha pasado la hora de cenar y aquí no hay servicio de habitaciones.
—La cocina sigue abierta —dijo él, buscando sus pantalones—. Después de haber sobrevivido a un naufragio, no puedo permitir que te mueras de hambre.
Tardó lo que a Demi le pareció una eternidad, pero sabía que no volvería con las manos vacías. Joe era un hombre de recursos. Cuando por fin apareció, llevaba una bandeja de pescado y dos cervezas.
— ¿Cómo has organizado este banquete? —exclamó, impresionada.
—Elvis es sobrino de una de las cocineras —contestó Joe, preguntándose si sabría lo guapa que estaba con el pelo revuelto y la carita roja.
—Qué suerte.
—Por lo visto le han contado que hablé en su favor con el director del hotel y la mujer me ha tratado como si fuera un héroe —siguió él—. Cuando pregunté si quedaba algo de cena, me hizo tomar una copa de vino mientras preparaba el pescado.
Demi sonrió.
—Huele de maravilla —dijo, acomodándose sobre los almohadones—. Y eres un héroe. Cualquiera que pueda conseguir una bandeja de pescado a estas horas tiene que ser un héroe.
Cenaron sentados en la cama, charlando tranquilamente. Era todo muy natural, demasiado quizá, teniendo en cuenta lo que había pasado.
Pero no. Resultaba muy natural estar tumbada en la cama con Joe, charlando y riendo como habían hecho tantas veces.
Después caminaron... en el caso de Demi cojearon, hasta la playa y se sentaron bajo una palmera para ver aquel paisaje por última vez antes de volver a Londres al día siguiente. Las nubes habían desaparecido y la luna daba un brillo de plata a la superficie del mar. Sobre sus cabezas, la brisa movía las hojas de las palmeras.
—Está todo tan tranquilo... —suspiró Demi apoyándose en el hombro de Joe.
—Lo de anoche es difícil de creer, ¿verdad?
Pronto volverían a Londres y no podía soportar que aquélla fuera la última vez que podía abrazarla.
—Me siento como si pudiera quedarme aquí para siempre, mirando el mar —dijo entonces Demi.
—Olvídate del paisaje —murmuró Joe, tumbándola suavemente sobre la arena. Un beso siguió a otro y, poco después, la arena era un estorbo.
—No vas a poder quitártela del pelo.
—Quizá debería cortármelo antes de ir a esa expedición contigo.
—No te lo cortes nunca. Tienes un pelo precioso.
—Pensé que te parecería bien. Sería mucho más práctico.
—Es posible, pero no serías tú con el pelo corto. Yo... me gustas así —dijo Joe.
Cuando volvieron a la habitación, la hizo sentar en el baño mientras le pasaba el cepillo por el pelo para quitarle la arena. Después volvieron a la cama e hicieron el amor con urgencia, como si los dos sintieran que era la última vez.

El aeropuerto estaba abarrotado. Era una terminal muy pequeña y, a juzgar por la cacofonía de idiomas, había vuelos con destino a diferentes países.
Joe se encargó del equipaje mientras Demi esperaba sentada porque le dolía un poco el pie. Al despertar, apenas habían intercambiado palabra. Quizá porque no había nada que decir.
— ¿Qué tal el pie?
Demi levantó la mirada. Era Ashley.
—Bien, gracias. En realidad, no es nada —ella era la última persona con la que deseaba hablar en aquel momento, pero tenía que ser amable—. ¿Y tú qué tal?
—Creo que he cometido un gran error —suspiró Ashley—. Liam y yo tuvimos una bronca monumental anoche. Me he dado cuenta de que no es la mitad de hombre que Joe. He sido una idiota —siguió, con una franqueza que dejó a Demi sorprendida—. Pensé que amaba a Liam, pero me he equivocado. Ni siquiera estoy convencida de que me quiera. Me dijo que sí, que iba a divorciarse de su mujer, pero no sé si lo hará. Debería haberme quedado con Joe.
—Joe se merece ser algo más que una opción entre dos hombres —replicó Demi—. No pensarás que va a estar esperando a ver si te decides, ¿no?
—Lo sé. Y sé que es demasiado tarde. Pero me he dado cuenta de que he cometido un error. Tienes mucha suerte.
Demi se mordió los labios. Ashley quería volver con Joe y ella tendría que apartarse. La burbuja que habían creado la noche anterior estaba a punto de desaparecer. Hubiera querido decirle que lo dejase en paz, que ya le había hecho suficiente daño...
Quería estar con Joe, pero él no había dejado claro cuáles eran sus sentimientos. Y siempre se preguntaría si estaba con ella porque Ashley lo había rechazado.
—Sólo somos amigos, ya lo sabes. Él mismo te dijo que lo del compromiso era una farsa.
—Sí, bueno... pero no sé si habéis... —Ashley no terminó la frase.
—Somos amigos y seguiremos siéndolo —insistió Demi.
—En ese caso, es posible que hable con él.
—Haz lo que quieras. No tiene nada que ver conmigo.
El viaje de vuelta fue mucho más difícil que el de ida. Demi estaba muy cansada y. más triste. Ninguno de los dos había querido desperdiciar la noche durmiendo y a ella se le cerraban los ojos, pero tenía tantas cosas que decirle...
Lo miró para ver si veía en su rostro alguna señal, para ver si Ashley había hablado con él, pero no vio nada. Ojala pudieran estar otra vez en aquella habitación iluminada por la luna, donde el tiempo parecía suspendido.
Al recordar cómo se besaron, cómo se acariciaron por la noche... ¿por qué Joe no veía que estaban hechos el uno para el otro? Pero entonces recordó que la amistad era lo más importante para él. Ser amiga de Joe significaba desear que fuera feliz y si era feliz con Ashley...
Cuando llegaron a Heathrow estaba tan cansada y tan angustiada que tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar.
—Vamos a tomar un taxi —murmuró Joe.
—Puedo dejarte de camino...
En ese momento vieron a Ashley sola en la puerta de la terminal, esperando un taxi.
— ¿Dónde está Liam?
—Se ha ido. Ha vuelto con su mujer —dijo ella, conteniendo las lágrimas—. ¿Qué voy a hacer? Iba a dormir en su apartamento.
Demi suspiró. Lo que se temía.
—Será mejor que vengas con nosotros. Puedes quedarte en casa de Joe. No te importa, ¿verdad?
¿Qué podía decir él? Demi parecía empujarlo hacia Ashley. Seguramente temía que olvidase el acuerdo de volver a ser amigos cuando estuvieran en Londres y se lo estaba recordando. Como si todo pudiera ser como antes...
No lo decía con palabras, pero lo notó en su rostro, en sus gestos, en su silencio. Se sentía dolido, pero la dejaría en paz si eso era lo que quería.
—Claro que puedes quedarte en mi casa. Ni siquiera he guardado tus cosas.
—Lo siento, Joe —se disculpó Ashley cuando el taxi salía del aeropuerto—. Creo que no vamos a conseguir el contrato con C.B.C. Liam está convencido de que la tormenta fue culpa tuya y no me va a perdonar por lo que le dije anoche. Tiene mucho peso en C.B.C. y no creo que se ponga de nuestro lado.
—No te preocupes por eso. Tendremos que esperar a ver qué dice el consejo de administración.
—Si quieres que deje la empresa...
—Claro que no —la interrumpió él—. Hemos hecho muchos contactos y creo que ha merecido la pena, aunque no consigamos el contrato con C.B.C.
Por supuesto, no quería que Ashley se fuera, pensó Demi. Ashley podía hacer lo que le diera la gana: dejarlo, humillarlo y poner en peligro un contrato importante, pero Joe seguía deseando que se quedara a su lado. Media hora después, el taxi se detenía frente a la casa de Joe.
—Nos veremos —dijo Demi.
—Sí —él vaciló un momento, como si hubiera querido decir algo más—. Nos veremos.
Mientras el taxista arrancaba de nuevo, lo vio abriendo la puerta para Ashley. De modo que ese era el final. El final de las vacaciones y el principio de la realidad. Afortunadamente, el taxista la ayudó con la maleta, pero no iba a ser capaz de subirla al dormitorio.
Demi fue cojeando hasta la cocina y encendió todas las luces. Siempre le había encantado aquella casa, pero de repente le parecía vacía y solitaria. Demasiado grande para una sola persona. Ojala Joe estuviera allí. Pero no estaba allí. Estaba con Ashley. Demi se dejó caer sobre una silla de la cocina, desolada. ¿Estarían en el sofá, besándose? Quizá Ashley le estaba diciendo cuánto lamentaba haberlo dejado por Liam... y entonces Joe la abrazaría y le diría que no pasaba nada, que había estado esperándola.
Demi escondió la cabeza entre los brazos y se puso a llorar.
A pesar de la tristeza, estaba tan cansada que se quedó dormida en cuanto puso la cabeza sobre la almohada. Se despertó a la mañana siguiente, sintiéndose fatal. Además del dolor en el pie, le dolían la cabeza y el estómago.
Y por si eso no fuera suficiente, tenía que ir a trabajar. Cuando se miró al espejo, casi se asustó. Y además de ir a trabajar, tenía que enfrentarse con Miley y Selena, que le habían dejado un mensaje en el contestador: «Mañana iremos a verte. Y tendrás que contárnoslo todo».
Al menos seguía teniendo cierto colorcito de la playa. Aunque ni eso engañó a sus amigas.
—Demi, ¿qué te ha pasado? ¡Tienes muy mala cara!
—No estoy tan mal, ¿no? Es que me hice una herida en el pie. No voy a poder ponerme zapatos de tacón en siglos.
—Bueno, cuéntanoslo todo —dijo Selena, sentándose frente a la mesa donde solían charlar sobre lo humano y lo divino.
—No sé por dónde empezar.      
—Por lo más importante. ¿Qué tal con Joe?
—Pues... —Demi no podía hablar porque sus ojos se habían llenado de lágrimas.
—Me lo temía —suspiró Miley—, Voy a comprar tónicas, enseguida vuelvo.
Cuando volvió, diez minutos después, además de tónicas llevaba varias chocolatinas.
—Gracias.
—Creo que te hace falta chocolate.         
Miley preparó tres vodkas con tónica, pero para entonces Demi estaba llorando desconsoladamente.
—Venga, cariño. Vamos, toma un traguito, te animará.
Ella levantó la cabeza y tomó un trago, pero estaba tan fuerte que casi se atragantó. Y eso le hizo llorar de nuevo. Selena le dio una caja de pañuelos.
—No te preocupes. Todas hemos llorado en esta mesa.
—Sí, es verdad.
—Bueno, ahora cuéntanoslo todo.

jueves, 27 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:18



Demi estaba encantada de ver su teoría confirmada, pero le molestaba que Liam estuviese hablando de Joe delante de todo el mundo.
— ¿Qué está diciendo de Ashley y Joe? —preguntó Cassandra entonces—. ¿Es que antes salían juntos?
Ella dejó escapar un suspiro.
—Estuvieron prometidos durante un tiempo.
—Ah, ahora entiendo por qué no te hacía gracia lo del curso de esquí acuático. Pero no te preocupes, es evidente que Joe te adora.
Demi sabía que Joe la adoraba... como amiga. «La adoro» solía decir cuando alguien le preguntaba por ella.
Pero no era así como quería que la adorase.
Afortunadamente, Joe no estaba prestando atención a las protestas de Liam porque había ido a comprobar el estado del barco. Cuando volvió, se sentó al lado de Demi y le pasó un brazo por los hombros.
— ¿Cuánto crees que durarán los sándwiches?
—Hasta el desayuno —contestó él—. Pero si no podemos poner el motor en marcha...
—Espero que no tengamos que optar por el canibalismo. Seguro que me comerían a mí la primera —dijo Demi. Joe soltó una carcajada—. Es verdad. Una Relaciones Públicas no vale de nada en una isla desierta.
—Pero haces reír a la gente y eso es muy importante. Tú vales más que la mayoría de los que estamos aquí, pero si tuviéramos que comernos los unos a los otros yo me encargaría de que no fueras la primera.
—Gracias —sonrió Demi, pasándole un brazo por la cintura—. Aunque creo que el honor de ser el primero en la olla iba a ser para Liam.
—Está asustado, como todos nosotros.
— ¡Tú no estás asustado!
—Claro que sí.
Joe estaba asustado por Demi y, aunque no podía hacerlo, le gustaría decirle lo importante que era para él. Pero al menos estaban en, la isla, a salvo. Y la tenía entre sus brazos.
La tormenta pasó tan repentinamente como había empezado. El ruido del viento y la lluvia eran ensordecedores y, de repente, cesó como por arte de magia. Demi sé sintió culpable por ser la única que lo lamentaba. La tormenta le había dado la oportunidad, al menos, de estar en los brazos de Joe.
Pero no podían hacer nada porque se había hecho de noche y tuvieron que dormir bajo el plástico, apretados los unos contra los otros.
Por la mañana, cuando intentó levantarse, el pie le dolía muchísimo. Se sentía mojada, sucia, incómoda y apenas podía caminar.
El grupo estaba rodeando al barco, donde Joe y Elvis intentaban poner el motor en marcha.
—No pueden —le explicó Cassandra—. Menos mal que no nos comimos todos los sándwiches. ¿De verdad Joe sabría hacer fuego?
—No lo sé. Pero sí sé que los motores se le dan muy bien —contestó Demi.
Acababa de decirlo cuando el motor se puso en marcha y todos empezaron a gritar, alborozados.
—Estupendo. Vamos a desayunar y después saldremos de aquí.
Aunque la tormenta había pasado, el mar estaba revuelto y el cielo cubierto por oscuras nubes. La llovizna era casi más deprimente que el temporal. No hacía frío, pero todos estaban empapados y muy nerviosos por la situación.
Ashley y Liam no se dirigían la palabra y el ambiente era tan desagradable que cuando oyeron la sirena de los guardacostas lanzaron gritos de júbilo. Todos subieron a bordo del barco patrulla excepto Joe, que decidió quedarse con Elvis para volver en el viejo cascarón.
Mientras se alejaban, Demi lo observó ayudando al chico y se le encogió el corazón.
Con su poderoso motor, el barco patrulla los llevó a la isla en menos de quince minutos. En el hotel los recibieron como reyes y, después de pasar una noche al raso, las habitaciones parecían de un lujo increíble.
Un médico que no se parecía en absoluto a George Clooney subió a su habitación para curarle el pie y Demi deseó, como una niña pequeña, que Joe estuviese allí para apretar su mano. Debía dejar de ser tan patética, se dijo.
Al menos pudo darse una ducha, la mejor de su vida. Se lavó el pelo tres veces porque lo tenía lleno de arena y después se tumbó en la cama dispuesta a esperar a Joe.
Podía oír el ruido de la lluvia golpeando la barandilla del balcón y las hojas de las palmeras, pero quería esperarlo despierta. Demi esperó y esperó y, al final, se quedó medio dormida. Por fin, cuando ya se había hecho de noche, Joe entró en la habitación.
—Cuánto has tardado. ¿Ha ido todo bien?
—El dueño del hotel quería echarle una bronca a Elvis, pero creo que he podido convencerlo de que no fue culpa suya —contestó Joe, sentándose en la cama.
Había estado horas esperándolo y allí estaba, tan seguro y tranquilizador como siempre. Entonces vio que llevaba una camisa de flores.
— ¿Y esa camisa?
—Como la mía estaba rota, me han dado esta en conserjería. ¿Te gusta?
—No te pega nada.
Joe sonrió y sus ojos se encontraron un momento, hasta que ambos apartaron la mirada.
— ¿Qué tal el pie?
—Me duele —contestó Demi—. Me han dado tres puntos, mira.
Joe levantó el pie para observar el vendaje.
—Debería haber insistido en que nos quedásemos. Estaba claro que se aproximaba una tormenta. Era demasiado peligroso para ti...
—Si era demasiado peligroso para mí, también lo era para ti —lo interrumpió ella—. Además, sólo es un corte. No me ha mordido un tiburón.
—Podrías haberte ahogado. Anoche dijiste que yo no estaba asustado, pero lo estaba. Cuando te vi desaparecer bajo el barco me llevé un susto de muerte.
Sin darse cuenta, estaba acariciando su pierna y Demi tragó saliva.
—Sabía que tú me salvarías.
—Ya, claro.
—No sé si habríamos salido de esta sin ti, Joe. Los demás nos asustamos, pero tú lo tenías todo controlado. Estoy muy orgullosa de ti, de verdad. Ahora entiendo por qué la gente va de expedición contigo.
—Tú podrías ser mi ayudante —sonrió él.
— ¿Yo? Pero si no sabía qué hacer.
—Sabías por instinto que, cuando las cosas se ponen difíciles, es necesario que alguien intente aliviar la tensión. Sabes tranquilizar a la gente y eso es importante. En serio, hasta he pensado en llevarte conmigo a alguna expedición. ¿Te gustaría?
—Depende. ¿Puedo llevarme el secador? —bromeó Demi, intentando disimular la angustia que le producía el roce de su mano.
—Puedes llevártelo. Lo que no sé es si podrías enchufarlo.
—Y mis mejores zapatos, claro.
—Me temo que ahí tengo que ponerme serio. Nada de tacones en la jungla. Necesito mantener cierta autoridad con mi equipo.
— ¿Tendría que llamarte «señor»?
—Sólo en privado.
Los dos soltaron una carcajada, pero cuando se miraron a los ojos la risa terminó abruptamente.
—No quiero perderte, Demi —dijo Joe, muy serio—. Eres mi mejor amiga.
—Y tú mi mejor amigo.
—Demi...
— ¿Sí? —el corazón de Demi latía tan fuerte que casi no podía respirar.
Joe no podía pronunciar en palabras lo que sentía. Pero tenía que hacer algo. Lentamente, se inclinó hacia ella dándole la oportunidad de apartarse, de bromear, de romper el hechizo.
Pero no lo hizo. Se quedó muy quieta, con los ojos oscurecidos por un deseo que lo atraía de forma irremediable.
Joe se detuvo, sabiendo que aquél era el momento o no lo sería nunca. Se miraron a los ojos y, al final, fue Demi quien lo atrajo hacia sí. No era demasiado tarde. Podría apartarse, podría hacer que el beso no fuera más que un roce amistoso en los labios. Además sabía que eso era lo que debía hacer.
Pero no quería. De modo que la besó, como había querido besarla durante tanto tiempo. Demi enredó los brazos alrededor de su cuello, devolviendo beso por beso hasta que quedaron los dos tumbados sobre la cama.
Perdido en su perfume, Joe se incorporó un poco para apartar el pelo de su cara y su corazón dio un vuelco al ver la sonrisa de Demi.
—Los amigos no hacen estas cosas.
— ¿No?
—Normalmente, no.
—Esta noche no es normal —dijo ella, acariciando su espalda—. Hemos sobrevivido a una tormenta en él mar y ahora todo es distinto. Nos preocuparemos por lo que hacen los amigos cuando todo sea normal.
—Puede que entonces sea demasiado tarde —le advirtió Joe, pero sus caricias negaban esa advertencia.
—Lo sé —murmuró Demi—. Pero no quiero pensar en eso ahora. No pensemos en nada.
Mucho más tarde, Joe acariciaba suavemente el brazo de Demi. Estaba como en las nubes. Nunca había sido así, nunca había experimentado aquella sensación de paz... mezclada con cierta aprensión.
Nada volvería a ser lo mismo. A partir de entonces no sería capaz de mirar a Demi como una amiga sin recordar aquella noche en el trópico, con el sonido de la lluvia, su calor, su dulzura y el fuego que los había consumido a los dos.
¿Cómo podían volver a ser amigos? «Nada es normal» había dicho ella, y tenía razón. Aquello había sido para Demi la respuesta normal ante una crisis. No iba a olvidarse de Will tan fácilmente.
Joe se dijo a sí mismo que debía aceptarlo y encontrar la forma de seguir siendo amigos.
—Menos mal que no estamos a menudo en situaciones peligrosas.
Con una pierna sobre la de Joe y los ojos cerrados, Demi se sentía como en el cielo. Casi le sorprendía que su cuerpo no resplandeciese en la oscuridad.
No quería que aquello terminase, pero el comentario burlón la había devuelto a la realidad. Parecía como si todo hubiera cambiado, pero no era así. Sabía que Joe estaba pensando en Ashley y, aunque ya no había nada entre Will y ella, eso era lo que le había contado.
No, no era el momento de decirle que estaba enamorada de él. Joe pensaría que sólo lo decía porque es la clase de frase que una mujer dice cuando se acuesta con un hombre.
Pero quizá podría decírselo cuando volviesen a Londres. No podía haberle hecho el amor de forma tan apasionada si seguía enamorado de Ashley, pensó. Joe no era así. Por otro lado, era un hombre. Estaba tan acostumbrada a pensar en él como amigo que a veces olvidaba ese pequeño detalle. No, no iba a estropear el momento habiéndole de amor. Joe tenía que descubrir que no estaba enamorado de Ashley y entonces, quizá, podría decirle lo que sentía por él.
— ¿Es así como reaccionas siempre ante una crisis? —intentó bromear.
—Yo no diría eso, pero el sexo es una reacción humana muy común después de una catástrofe.
—Pero esto no ha sido una catástrofe.
—Porque hemos tenido suerte —sonrió Joe—. Si no hubiéramos llegado a la isla, no sé qué habría pasado —añadió entonces, mirándola a los ojos—. ¿Esto va a cambiar las cosas entre nosotros, Demi?

— ¿Quieres decir nuestra amistad?
—Sí. No quiero que afecte a nuestra amistad.
—Ni yo tampoco —dijo ella, pasando una mano por su torso desnudo como nunca haría una amiga— Puede que para ti no lo sea, pero yo es la primera vez que me enfrento al peligro y sigue sin parecerme real del todo. Supongo que cuando estemos en Londres, todo me parecerá un sueño. Quizá deberíamos verlo así.
— ¿Deberíamos fingir que no ha pasado? —preguntó Joe.
Demi estaba segura de que no sería capaz.
—No, más bien debemos pensar que éste es un momento fuera del tiempo. Las reglas normales no pueden aplicarse.
— ¿Las reglas normales? ¿Cuáles son esas reglas?
—Que somos amigos. Y la amistad no puede confundirse con... con esto.
— ¿Con el sexo? —preguntó Joe.
—Eso es. Mañana volvemos a casa, a la realidad. Volveremos a ser amigos y lo de esta noche será algo que ha pasado porque sí. Ha sido maravilloso, pero no tiene nada que ver con nuestra realidad. ¿Lo entiendes?
—Creo que sí. Todo será diferente mañana.
—Pero aún no es mañana —susurró Demi.
—Eso es verdad —sonrió Joe, besando la curva de sus hombros—. ¿Crees que deberíamos seguir aprovechándonos de esta sensación irreal?
—Yo creo que sí —murmuró Demi, apretándose contra él.