Ella levantó la cabeza y
tomó un trago, pero estaba tan fuerte que casi se atragantó. Y eso le hizo
llorar de nuevo. Selena le dio una caja de pañuelos.
—No te preocupes. Todas
hemos llorado en esta mesa.
—Sí, es verdad.
—Bueno, ahora
cuéntanoslo todo.
Demi les contó la
historia de la tormenta, la noche en la habitación...
—No sé por qué te
preocupas —dijo Selena—. Es evidente que Joe está enamorado de ti.
—Entonces, ¿por qué se
ha ido con Ashley? Ni siquiera me ha llamado para preguntar cómo tengo el pie.
—Podrías llamarle tú
—sugirió Miley.
—No puedo. Seguramente
sigue en la cama con Ashley.
—Por favor... mira, Demi,
sois amigos desde hace muchos años y no vais a dejar de serlo.
—No creo que podamos ser
amigos si está con Ashley. No puedo soportar verlo con ella. Pero si no somos
amigos no volveré a verlo, así que no sé qué hacer... —Demi rompió a llorar de
nuevo—. Le echo tanto de menos...
Miley le pasó un brazo
por los hombros.
—No creo que Joe vuelva
con Ashley.
—Entonces, ¿por qué no
me llama?
—A lo mejor no ha podido
librarse de esa pesada —sugirió Selena—. Seguramente quiere dejarle claro que
ya no hay nada entre ellos antes de venir a hablar contigo.
Pero Joe no apareció. Ni
llamó. Ni mandó un e-mail. Demi se pasaba el día comprobando los mensajes del
contestador. El teléfono de Joe podría estar estropeado, pero era muy
improbable que también lo estuviera el de la oficina y la conexión a Internet.
— ¿Tú crees que podría
estar enfermo? —le preguntó a Miley un día.
—No, yo creo que está
esperando que lo llames tú. Por lo que me has contado, seguramente piensa que
ya no quieres ser su amiga.
—No, seguro que es tan
feliz con Ashley que ya no se acuerda de mí —suspiró Demi.
—No lo sabrás hasta que
hables con él.
Al final, Demi envió un
e-mail que tardó horas en redactar. Se disculpaba por no haber llamado y, al
final, sugería que fuesen a tomar una copa. Supuestamente, aquello debía sonar
como el e-mail de una amiga, como el que habría escrito antes de estropearlo
todo acostándose con él.
Después, comprobó el
correo cada cinco minutos para ver si había respuesta y cuando el nombre de Joe
apareció por fin, abrió el mensaje con el corazón en la garganta. Le temblaban
las manos.
« ¿Tienes algo que hacer
esta noche?», decía el mensaje.
«Nada especial»,
contestó ella. « ¿Por qué no vienes a casa? Podemos tomar una copa de vino y
charlar, como en los viejos tiempos».
Eso sonaba muy normal,
¿no?
La respuesta de Joe
llegó unos minutos después y Demi abrió el correo inmediatamente. Quizá le
diría que la había echado de menos, que estaba deseando verla...
«Muy bien», decía el
mensaje.
Los correos de Joe eran
como él: breves, concretos, sucintos.
Estuvo horas intentando
elegir lo que iba a ponerse. Nunca había tenido problemas para impresionar a un
hombre. Selena incluso solía decir que tenía un doctorado en coqueteos, pero
nunca se imaginó a sí misma flirteando con Joe. No podía sonreír con picardía
ni cruzar las piernas seductoramente porque él pensaría que estaba loca.
Cuando sonó el timbre
tuvo que pararse un momento para tomar aire, pero se quedó sin él en cuanto lo
vio en la puerta.
—Hola —dijo, con voz
entrecortada—. Perdona, es que me he atragantado. Pasa.
Estaba exactamente igual
que siempre, pensó. No había ninguna señal de que la hubiera echado de menos o
de que aquella noche fuera diferente de otras noches, cuando iba a verla como
amigo.
Parecía un poco cansado,
pero podría haber muchas razones para eso. Desde luego, no tenía los ojos rojos
de llorar toda la noche, como ella.
— ¿Has tenido mucho
trabajo? —preguntó, buscando un sacacorchos en el cajón.
—Muchísimo. Nos llamaron
de C.B.C. nada más volver de las Seychelles. Hemos conseguido el contrato.
— ¿En serio? ¿A pesar de
Liam?
—Por lo visto, el hombre
que realmente toma las decisiones en C.B.C. naufragó con nosotros. Fue el que
nos ayudó a mover el barco y parece pensar que somos la empresa que necesita.
— ¡Joe, es una noticia
estupenda!
—La verdad es que está
encantado contigo.
— ¿Conmigo?
—Pues sí, le pareces muy
simpática. Y sospecho que tú eres responsable de que hayamos conseguido el
contrato.
—Eso no es verdad.
Demi sirvió dos copas de
vino y las llevó a la mesa, pero se sentó al otro lado del sofá, donde no había
peligro de rozarse con Joe.
—Gracias de todas formas
—dijo él.
Después hubo una pausa.
Acababa de conseguir un gran contrato, pero no parecía muy contento.
— ¿Qué tal estás tú?
—Bien. ¿Y tú?
—Bien.
Demi tragó saliva.
Aquello no era lo de siempre.
—No sabía si ibas a
llamarme, por eso te mandé el e-mail. ¿Dónde está Ashley?
— ¿Ashley? —repitió Joe—.
No tengo ni idea.
La garra de hielo que
apretaba el corazón de Demi pareció aflojarse un poco.
—Entonces, ¿no
estáis...?
— ¿No estamos qué?
— ¿No estáis juntos otra
vez?
—Claro que no —contestó
él.
—Ah, perdona.
— ¿Por qué?
—Pues... siento que
estés disgustado.
—No estoy disgustado...
al menos, no lo estoy por Ashley —dijo Joe entonces.
—Si no es por ella, ¿por
qué pareces tan triste? —preguntó Demi. Joe vaciló un momento—. Puedes
contármelo. Para eso están los amigos, ¿no?
—Ése es el problema
—dijo él entonces, dejando la copa sobre la mesa—. No creo que podamos ser
amigos.
Lo había dicho tan serio
que Demi se quedó sin respiración.
—No podemos dejar de
serlo.
—Creo que sería más
fácil si no volviéramos a vernos.
—Pero... ¿por qué?
—Porque ser amigos ya no
es suficiente para mí —suspiró Joe, apartando la mirada—. Lo siento, Demi. No
puedo. Lo último que deseo es hacerte daño, pero no puedo soportarlo más. No
deberíamos haber hecho el amor... lo ha estropeado todo. Lo sabía, sabía que no
podríamos volver a tratarnos como antes. Voy a echarte de menos más que a
nadie, pero estoy demasiado enamorado como para ser tu amigo. No sé cómo voy a
soportar estar sin ti...
Demi nunca lo había
visto tan incoherente y tardó unos segundos en entender lo que estaba diciendo.
—Joe...
Pero le había salido
como un suspiro y Joe seguía hablando.
—No sabía qué hacer.
Estaba desesperado por verte, pero sabía que si lo hacía querría besarte y...
sé que tú quieres que sigamos siendo amigos, pero no puedo hacerlo. No soy
capaz.
—Joe...
—Lo siento, lo siento,
no quiero que lo pases mal. Esto es horrible, pero tengo que decírtelo: te
quiero, Demi. Te quiero. No puedo vivir sin ti, pero sé lo que sientes por Will
y sé que nada será lo mismo...
— ¡Joe! ¿Quieres
callarte un momento?
—Sí —contestó él,
cortado.
—Yo no estoy enamorada
de Will —dijo Demi—. Estoy enamorada de ti.
Entonces fue Joe quien
se quedó sin voz.
— ¿Qué? —consiguió decir
al fin.
—Sólo te conté que
estaba enamorada de él porque tú estabas comprometido con Ashley. Pensé que te
sentirías incómodo y que sería más fácil hacerte creer que estaba enamorada de
Will...
— ¿Más fácil?
—Yo no sabía que tú me
quisieras.
— ¿Estás enamorada de
mí? —preguntó Joe entonces.
Demi dejó escapar un
suspiro.
—Yo creo que siempre he
estado enamorada de ti. Pero tardé demasiado en darme cuenta.
Joe seguía teniendo
problemas para asimilar aquella información.
— ¿Estás enamorada de
mí?
—Sí —contestó ella, con
una sonrisa que lo reconfortó por dentro—. Sí, estoy enamorada de ti.
—Demi... —Joe seguía
mirándola sin entender, pero por fin empezó a reírse—. Demi... —dijo entonces,
sentándola sobre sus rodillas—. ¿Sabes cuántos años llevo esperando que dijeras
eso? ¡Catorce!
— ¿No irás a decirme que
llevas todo ese tiempo enamorado de mí?
—Claro que sí. Me
enamoré en cuanto te vi —murmuró él, buscando sus labios.
— ¿Por qué no me lo
dijiste?
—Porque nunca me habías
mirado más que como un amigo. Eres tan guapa, tan seductora... así que decidí
que sólo podíamos ser amigos. Me decía a mí mismo que ser tu amigo era mejor
que nada. Supongo que es por eso por lo que me comprometí con Ashley, pero no
funcionó... ¿cómo iba a funcionar? Ashley no eres tú. No sabes el alivio que
sentí cuando rompió el compromiso.
— ¿De verdad?
—Pero tú no hacías más
que hablar de nuestra amistad y nuestra amistad... por eso pasaba tanto tiempo
con Ashley. Era la única forma de no abalanzarme sobre ti.
Demi suspiró, feliz.
—Para conocernos hace
tanto tiempo, parece que no nos enterábamos de nada. ¿Debo saber algo más para
evitar malentendidos?
—Sólo que te quiero
—dijo él, tomando su cara entre las manos—. Te quiero y te necesito. Quiero
volver a casa cada noche y encontrarte a ti. ¿Qué dices, Demi? ¿Podemos ser
amantes además de amigos?
—Sí —contestó ella—.
Podemos y lo seremos siempre.
—Todo esto es muy
misterioso —dijo Nick cuando Demi abrió la puerta—. Miley me ha dicho que
teníamos que venir a cenar y que era muy importante, pero no ha querido
contarme por qué.
—Te he dicho todo lo que
sé —protestó Miley—. Díselo, Demi.
—Es verdad. Nadie sabe
nada —admitió ella—. Selena y Taylor ya están aquí.
— ¡Menos mal que habéis
llegado! —exclamó Selena—. Taylor y yo nos morimos de curiosidad.
—Yo estoy al borde del
infarto —dijo él, irónico.
Demi miró a Joe y él
tomó su mano.
—Vamos a casarnos.
Hubo un momento de
silencio y entonces los cuatro se echaron a reír.
— ¡Eso ya lo sabíamos!
—exclamó Selena.
—Menuda sorpresa —dijo Miley—.
Pensé que ibais a decirnos que esperabais un niño.
—Pues para—nosotros ha
sido una sorpresa —protestó Demi. Pero Joe también se estaba riendo.
—Eso es lo malo de tener
tan buenos amigos. Que nos conocen mejor que nosotros mismos.
—Pero nos alegramos
muchísimo de que, por fin, os hayáis dado cuenta —dijo Miley.
—Ya era hora —añadió Selena—.
Estábamos empezando a desesperar.
—Desde luego, esto es
increíble —sonrió Nick, abriendo una botella de champán—. Tres compromisos
falsos y tres finales felices.
Joe estrechó a Demi
contra su corazón.
—Tres comienzos felices.
Fin.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario