sábado, 15 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:6 Dedicado a Gisela Gomez



A Demi empezaba a dolerle la mandíbula del esfuerzo que hacía por sonreír.
— ¿Puedo ser tu padrino? Se supone que debe ser tu mejor amigo, ¿no?
—Siempre lo serás, Demi.
—Bueno, pues entonces hay que celebrarlo —sonrió ella, intentando ocultar su desesperación—. ¡Pero ahora quiero una copa de champán!
—Voy a por una botella. Tú quédate aquí —dijo Joe, levantándose.
Fue un alivio, pero Demi se dio cuenta de que respiraba con dificultad. Y estaba temblando. Había tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para sonreír cuando, por dentro, se sentía desolada.
Sabía que iba a pasar, sabía que llegaría aquel momento. Pero en lugar de ponerse a llorar tenía que sonreír, costase lo que costase.
Joe no debía saber lo que sentía. No debía imaginarlo siquiera. No sería justo para él. Se sentiría avergonzado y, aunque eso no iba a cambiar sus sentimientos por Ashley, haría que le resultase doloroso celebrar el compromiso.
De modo que Demi volvió a sonreír cuando él se acercó con una botella de champán.
—Fenomenal —murmuró, quitándole el tapón sin ningún tipo de ceremonia, como solía hacer en las celebraciones—. Enhorabuena, Joe —sonrió, levantando su copa.
—Gracias, Demi. Es una tontería, pero me preocupaba decírtelo.
—No tenías por qué. Sabes que quiero verte feliz.
—Seguiremos siendo amigos, ¿verdad?
—Claro que sí. Pero, ¿quién va a casarse conmigo cuando cumpla los cuarenta? —bromeó Demi, aunque le costaba la vida—. ¡Pensé que podía confiar en ti!
—No creo que tengas ningún problema. Desde que te conozco, siempre ha habido una cola de hombres esperando por ti. ¿Qué pasa con Will?
Ella estudió su copa de champán.
—Bueno, digamos que en este momento hay un puesto vacante en la cola.
—Demi... —murmuró Joe.
—Sí, me temo que mis noticias no son tan emocionantes como las tuyas. Will y yo hemos roto.
 —Pero parecías tan feliz con él. ¿Qué ha pasado?
—Bueno, ya sabes...
—No lo sé. Cuéntamelo.
—Pues ya sabes, esas cosas que pasan —insistió Demi, evitando su mirada.
Había decidido contarle la verdad, pero eso fue antes de saber que iba a casarse con Ashley. Todo había cambiado. Si le decía que fue una decisión mutua, Joe se preguntaría por qué parecía tan triste. Y no quería hablar del asunto.
No, mejor decirle que estaba enamorada de Will. Eso le daría una excusa para dejar de fingir alegría.
—Will no está dispuesto a sentar la cabeza.
Eso, al menos, era verdad. Will no tenía más deseos de casarse que ella.
—Ya, claro.
—Lo pasa demasiado bien siendo soltero.
Lo cual también era cierto. Will la encontraba atractiva, pero nunca estuvo enamorado de ella. Por eso eran capaces de llevarse tan bien después de haber roto.
—Nuestra relación era demasiado intensa para él.
— ¿No es eso lo que tú sueles alegar cuando cortas con alguien? —preguntó Joe, levantando una ceja.
—Sí. Qué ironía, ¿verdad? Tantos años dejando a los hombres en cuanto se ponen un poco serios... y ahora estoy recibiendo mi propia medicina —Demi se obligó a sí misma a sonreír—. ¡Y seguro que vas a decirme que me lo merezco!
—No, voy a decirte que Will nunca me gustó. Ya sé que a ti te parecía perfecto, pero ese hombre tiene muy mal gusto. Encontrarás a alguien mucho mejor —sonrió Joe.
—El problema es que no quiero a otro mejor —dijo Demi en voz baja—. Sólo quiero a uno.
—Eso suena muy serio.
—Creo que lo es. Ya sé que me he enamorado muchas veces, pero esto es diferente. No es que me guste porque tenga un cochazo, es... que lo necesito con toda mi alma. Y sé que lo he perdido. Ya es demasiado tarde.
— ¿Es demasiado tarde?
Demi levantó la mirada. Allí estaba Joe, tan familiar, tan querido y, de repente, tan guapo. Y tan comprometido con Ashley. Pero no podía decir nada.
Joe se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros.
—Pobrecita...
Horrorizada, Demi notó que sus ojos se llenaban de lágrimas. Intentó secárselas frenéticamente, pero no podía hacer nada.
—Se me pasará —dijo en voz baja.
No quería mirarlo porque si lo hacía se abrazaría a él y empezaría a darle besos por todas partes, rogándole que no se casara con Ashley. Le diría que era de él de quien estaba enamorada, le pediría que la besara y le hiciera el amor allí mismo...
Pensar en la reacción del flemático Joe ante una escena tan melodramática fue suficiente para que las lágrimas se convirtieran en un ataque de risa. Pobre Joe, nunca podría hacerle eso.
— ¡Pero bueno...!
—No me pasa nada, de verdad —murmuró Demi, sacando un pañuelo del bolso.
— ¿Quieres que mate a Will?
—Gracias, pero eso no serviría de nada. No es culpa suya. El no puede evitarlo.
—Podría darte una oportunidad.
—Tuve mi oportunidad y la dejé escapar —suspiró ella—. Bueno, perdona... Ya se me ha pasado. Además, deberíamos estar celebrando tu compromiso. Venga, vamos a tomar más champán.
Joe llenó las copas obedientemente, pero estaba preocupado. Al menos ahora sabía la razón para aquella sonrisa tan forzada.
Y no bromeaba del todo cuando se ofreció para matar a Will. Él no era un asesino, pero cuando vio el dolor en sus ojos azules sintió tal rabia que casi deseó que Will entrase en el bar para liarse a puñetazos.
¿Qué le pasaba a aquel hombre? Debía estar ciego. Demi era guapísima, encantadora, tenía buen corazón... ¿Cómo podía un hombre darle la espalda, con esas piernas, ese cuerpo, esos preciosos ojos azules, ese sentido del humor, esa risa contagiosa?
A veces podía ser irritantemente frívola, pero había una cabeza bien amueblada bajo aquella pinta de rubia tonta, como Joe sabía muy bien. Aunque a él no le hacía ni caso. En aquel momento sonreía, intentando poner al mal tiempo buena cara. Joe hubiera querido abrazarla, pero sabía que no debía hacerlo porque no eran sus brazos los que añoraba.
—Tenemos que hacer una fiesta para celebrar tu compromiso.
—Ya sabes que las fiestas no me gustan demasiado.
—Muy bien. ¿Qué tal una cena, como hicimos cuando Miley y Selena se prometieron? ¿Tú crees que a Ashley le gustaría?
¡Ashley! Joe se quedó sorprendido al descubrir que se había olvidado de ella.
—Sí, sí... seguro que le gustaría.
— ¿El fin de semana que viene? Te enviaré un e-mail con el día y la hora —sonrió Demi, levantando su copa—. Por ti, Joe.
Había sido culpa suya no reconocer antes lo importante que era Joe para ella. Demi no quería pensar en todos los años que había perdido saliendo con unos y otros, dando por sentado que Joe estaría allí cuando quisiera llorar en su hombro o cuando estuviese aburrida. Ahora estaba allí para otra persona y tendría que aguantarse. Ashley había visto en Joe lo que ella, demasiado ocupada con otras cosas, no había sabido ver: que era un hombre, no el crío con el que estudió en la universidad, que era tranquilo y competente. Que sus ojos brillaban con humor. Que tenía unas manos grandes, muy masculinas, y un cuerpo duro...
Demi se ponía nerviosa sólo de pensarlo.
Habían sido amigos durante mucho tiempo y seguirían siéndolo, se prometió Demi a sí misma. Ocultaría sus sentimientos, se alegraría por él y le organizaría una cena estupenda para celebrar el compromiso. De modo que planeó algo fantástico, algo que nadie olvidase nunca... y luego tuvo que llamar a Selena para suplicarle que fuese a ayudarla.
— ¿Tiene que ser tan elaborado? —preguntó su amiga, estudiando el libro de recetas.
—Quiero que sea memorable.
— ¡Desde luego que sí! Un croquent-bouche. ¿Qué es eso?
—Profiteroles rellenos de crema. Lo que pasa es que yo quería rellenarlos de chocolate y... no me ha salido muy bien.
Demi contempló con tristeza los profiteroles que se había pasado horas haciendo en el horno. Los bollitos de la fotografía se habían convertido en una especie de tortitas gruesas, yaciendo sobre una bandeja.
—Ya —murmuró Selena—. ¿Qué más? Canapés, soufflés individuales, ternera Wellington... ¿No podías haber elegido al menos un plato que no fuese complicado?
Demi dejó escapar un suspiro.
—Es que me pareció buena idea.
—Joe estaría encantado con una tortilla francesa.
—Ya lo sé. Pero quiero que sepa que he hecho un esfuerzo por Ashley.
Selena se puso un mandil.
—Porque no soportas que se case con ella.
—Sí... ¡no! —exclamó Demi—. Bueno, supongo que es evidente.
—Lo es para nosotros, cariño. Te conocemos desde hace mucho tiempo.
—Joe también me conoce hace mucho tiempo.
—Sí, pero es diferente. Ya sé que a veces es muy perceptivo, pero es un hombre. Seguramente ni siquiera sabe que no te cae bien Ashley.
—No, no lo sabe —suspiró Demi—. Y no quiero que lo sepa. Le dolería mucho.
— ¿No crees que Ashley sea la mujer ideal para él?
— ¿Y tú?
Selena lo pensó un momento.
—La verdad, no me puedo creer que vaya a casarse con ella. Supongo que Miley y yo siempre hemos creído que acabaríais juntos.
Demi estaba de espaldas y cuando se volvió había conseguido controlar su expresión de angustia.
—Ya es demasiado tarde para eso.
Selena tomó la tabla y empezó a cortar los champiñones, pensativa.
—A lo mejor, al final no se casa con ella.
—No lo creo. Ya conoces a Joe. Es un hombre de palabra y si ha decidido que se casa con Ashley, se casará con ella.
—Puede que Ashley cambie de opinión.
Pero cuando Joe y Ashley llegaron, no había ninguna señal de que ella hubiese cambiado de opinión. Todo lo contrario, no dejaba de mover la mano para que admirasen el anillo de compromiso.
—Es precioso —dijo Demi.
—Joe me llevó a la joyería este fin de semana. Tardé horas en decidir cuál me gustaba, ¿verdad, Joe?
—Horas —asintió él.
Ashley lo abrazó.
—Pobrecito. Al final estaba aburridísimo. Ya sabes cómo es, Demi.
Ella le dio una copa de champán, sin mirar a Joe.
—Sí, sé cómo es.

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