Capítulo
1
AHÍ
ESTÁ Demi —Ashley le dio un codazo y Joe se volvió para mirar a Demi y Miley,
que acababan de entrar en la iglesia.
Siendo las mejores
amigas de la novia, se habían vestido para matar. Miley estaba preciosa con un
vestido amarillo, mientras Demi había elegido uno más romántico en color rosa...
y una pamela espectacular, calculada, evidentemente, para que las demás
invitadas pasaran desapercibidas.
Joe no sabía mucho de
moda, pero hasta él se daba cuenta de que se había salido con la suya. La
pamela de Ashley, que le hizo levantar una ceja, parecía pequeña en
comparación. Típico de Demi, pensó, con afecto. Siempre hacía que la gente
volviese la cabeza.
Miley los saludó con la
mano antes de volverse para hablar con su marido, Nick, que era el padrino y
esperaba en el altar con el novio.
Demi se acercó al banco
donde estaba Joe con una expresión rara, como molesta. Era su mejor amiga, pero
últimamente estaba un poco distante.
—Perdona que no te bese
—murmuró, señalando la pamela—. Esto no está diseñado para el contacto íntimo.
—Sí, ya veo —sonrió él,
inclinándose de todas formas para darle un beso en la mejilla. Pero sintió que
se ponía tensa.
— ¿Pasa algo?
—No, nada —contestó Demi,
sin mirarlo—. Ya sabes cómo son las bodas. Uno nunca llega a tiempo.
Ah, eso debía explicar
su nerviosismo, se dijo Joe.
— ¿Cómo está Selena?
—Un poco nerviosa, pero
bien. Llegará enseguida.
Al otro lado del banco, Ashley
asomó la cabeza para hablar con Demi.
—Tú deberías ser la
madrina. Al fin y al cabo, eres su mejor amiga.
—Miley también es muy
amiga suya. Además, Selena no es muy alta y quedaría mal con una madrina que le
sacara una cabeza.
—Sí, pero Miley está
casada.
— ¿Y qué?
—Pues que estando tú
soltera, lo lógico sería que fueras tú la madrina —insistió Ashley.
—Soy un poco vieja para
eso —intentó sonreír Demi. Sin embargo, sentado entre las dos, Joe se dio
cuenta de que había tensión entre ellas.
—No eres tan vieja. No
puedes tener más de treinta y cinco.
Joe se aclaró la
garganta. Ashley acababa de meterse en terreno peligroso. Demi era muy sensible
sobre el tema de la edad. Efectivamente, cuando miró a su izquierda, vio que
los ojos azules de su amiga se habían oscurecido.
—Pues no. Resulta que
sólo tengo treinta y dos.
Y cuando miró a Joe lo
que quería decir estaba claro: «Y no se te ocurra decir que estoy a punto de
cumplir treinta y tres».
— ¿Ah, sí? —siguió Ashley,
sin ningún tacto—. Como eras compañera de Joe en la universidad, pensé que
tendríais la misma edad.
—No, él es un poco mayor
que yo —replicó Demi, con los dientes apretados.
Joe decidió que era el
momento de cambiar de tema.
—Entonces, ¿quién es la
madrina, Miley?
—No, Miley es la dama de
honor. La madrina es Alex, la hija de Taylor. Está emocionada, no podía parar
de saltar mientras ayudábamos a Selena a vestirse. Además, es mejor que sea su
hijastra. Si yo hubiera sido la madrina, no habría podido ponerme esta pamela.
—Y eso habría sido un
crimen —sonrió Joe.
— ¿Qué te parece?
—Es... muy grande
—contestó él diplomáticamente.
Demi soltó una risita y,
por un momento, fue la Demi de siempre; su expresión vivida y los ojos azules
llenos de alegría. Joe se dio cuenta entonces de cuánto la había echado de
menos.
Eran muy buenos amigos,
pero últimamente no parecía la misma. Algo pasaba, era como si hubiera perdido
la alegría.
Quizá tenía problemas
con Will, se dijo. Pero había visto a Demi pasar por más crisis románticas de
las que quería recordar y eso nunca había afectado a su relación.
Quizá aquella vez sería
diferente. Quizá Will era más importante para Demi que los demás.
Por alguna razón, esa
idea no le gustaba en absoluto. Will no era suficientemente bueno para ella.
— ¿Dónde está Will?
—preguntó, intentando disimular su desagrado—. Pensé que vendría a la boda.
Demi carraspeó.
— ¿Will? Está en Hong
Kong.
— ¡Hong Kong! ¿Y qué
hace allí?
—Tenía una reunión
—contestó ella.
— ¿Una reunión?
¿Precisamente hoy?
—Pues no sé... una
reunión de trabajo.
— ¿No podría haberla
dejado para la semana que viene? ¿No sabía que Selena y Taylor se casaban hoy?
—Sí, pero era una
reunión muy importante. Ha tenido que dejarlo todo para solucionar una pequeña
crisis.
—Tú también eres
importante —dijo Joe.
Qué típico de Will.
Marcharse al otro lado del mundo, en lugar de estar con Demi cuando era más
necesario.
No entendía por qué su
amiga siempre salía con hombres como él. Por supuesto, Will era guapo y tenía
un Porsche, pero a él no lo impresionaba. No era un hombre en el que se pudiera
confiar.
—Pero es que la reunión
era fundamental. No sé qué problema con el mercado de valores —dijo Demi.
—No creo que fuera una
cosa de vida o muerte. Will no hace nada. Sólo se sienta detrás de un
escritorio para jugar con el dinero de los demás. ¿Por qué era tan importante?
—insistió Joe, irritado.
—Es su trabajo —contestó
ella—. Y no juega con el dinero de los demás. Invierte millones de dólares y,
si algo va mal, puede afectar a los mercados internacionales, a nuestros
sueldos y a nuestro nivel de vida —añadió, desafiante.
Pero Joe no estaba
dispuesto a creer que Will hacía una contribución interesante a la sociedad.
—Si la estabilidad económica
del mundo dependiera de Will, yo estaría muerto de miedo. Además, a la economía
mundial no le pasaría nada por haber dejado esa reunión para el lunes.
Demi lo miró entonces,
irritada.
—Oye, ¿qué te pasa? Si
yo entiendo que Will no haya podido venir y Selena y Taylor lo entienden
también, ¿por qué no lo entiendes tú?
—Porque creo que debería
haber estado aquí contigo —insistió él.
— ¡No necesito que vaya
conmigo a todas partes! Estoy en la boda de una de mis mejores amigas, rodeada
de gente que me conoce. ¿Para qué necesito a Will?
—Yo creo que a Joe le
preocupa que te sientas sola —intervino Ashley—. Me contó que Miley, Selena y
tú no os separabais nunca y ahora que las dos están casadas... en fin, que
podrías sentirte un poco fuera de lugar.
Demi la fulminó con la
mirada.
—Si intentas decir que
estoy celosa, te equivocas. Me alegro muchísimo por Selena y por Miley. Las dos
han encontrado al hombre perfecto, pero yo no me siento fuera de lugar porque
también yo lo he encontrado. Will y yo somos muy felices y no necesito que esté
conmigo a todas horas.
—Pues no pareces muy
feliz —dijo Joe.
—A lo mejor es porque
uno de mis mejores amigos y su novia están intentando que sienta pena de mí
misma. ¿Eso te haría feliz?
Joe abrió la boca, pero
antes de que pudiera replicar Miley lo interrumpió.
— ¡Aquí llega la novia!
—exclamó, empujando a Demi con la cadera para hacerse un sitio en el banco.
En ese momento empezaron
a tocar la Marcha
Nupcial.
Demi se encontró
apretujada contra Joe y, de un caderazo, lo lanzó contra Ashley, que acabó
pegada a la pared.
No era un comportamiento
muy digno para una boda, pero se sintió mejor. ¿Por qué tenía Ashley que
meterse en su vida?
Sin embargo, un segundo
después se olvidó del asunto.
Al ver a Selena entrando
en la iglesia del brazo de su padre se le hizo un nudo en la garganta. El
tópico de que la novia estaba radiante era la mejor forma de describirla. Selena
parecía brillar y los ojos, que tenía clavados en el novio, estaban llenos de
amor.
Y la expresión de Taylor
casi la hizo llorar.
¿La miraría alguien así
alguna vez? Intentaba imaginarse a sí misma en el lugar de Selena, pero no
podía ver la cara del hombre que estaría esperándola.
Y no iba a ser Will, a
pesar de lo que le había dicho a Joe y Ashley. Ashley, qué nombre tan tonto.
Había algo en ella que le ponía de los nervios.
Sintiéndose culpable por
pensar en eso cuando debería estar concentrándose en la boda, Demi volvió la
mirada hacia el altar.
Selena le había dado su
ramo de novia a Alex, que estaba preciosa con un vestidito blanco. Era una boda
tradicional, en la iglesia del pueblo de Selena, y Demi se sintió extrañamente
conmovida. Miley y ella no fueron las únicas que tuvieron que secarse las
lágrimas varias veces durante la ceremonia.
—Esto es horrible —le
dijo a Miley cuando terminó—. No había llorado tanto desde que vi La fuerza del
cariño.
—Es que parecen tan
felices... —sollozó su amiga.
— ¿Qué os pasa?
—preguntó Joe—. Se supone que las bodas son ocasiones felices.
—Cosas de mujeres.
Aparentemente, lloriquear así es una muestra de felicidad —dijo Nick, el marido
de Miley—. Pero se les pasará en cuanto tomen un poco de champán.
Ashley no estaba
llorando. Claro, ella no permitiría que se le corriera el rimel. Iba del brazo
de Joe, monísima con un vestido de color aguamarina y una pamela muy elegante. Demi
estaba orgullosa de su pamelón, pero al ver la de Ashley se sintió exagerada y
ridícula.
Todo en Ashley la hacía
sentir así. Mientras Ashley hablaba bajito, ella hablaba a voces. Ashley era
elegante, ella llamativa. Ashley era montañera, ella una chica de ciudad. Ashley
era perfecta para Joe y ella era sólo su amiga.
Demi se colocó en
posición para las fotografías, organizadas por Nick. En una de ellas aparecían
las antiguas compañeras de piso Caro, Miley, Selena y Demi, las tres primeras
con sus maridos, claro.
Y luego la foto de Selena
y Taylor con Miley, Nick, Joe, Ashley y ella.
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