Joe tuvo que apartar la
mirada. Siempre había sido guapa, pero era absurdo pensar en ello. Demi era su
mejor amiga. No podía haber malentendidos.
—Vamos —dijo tomando la
pesada maleta—. Por Dios bendito, ¿qué llevas aquí?
—Un par de cositas.
— ¿Un par de cositas?
Pero si sólo vas a tumbarte en la playa. Además de unos biquinis y una toalla,
¿qué más podrías necesitar?
—No es sólo ropa
—protestó Demi—. El sol es malísimo, así que llevo cremas protectoras y luego
está el pelo... el pelo se queda fatal con el agua de mar, así que llevo cremas
hidratantes y mascarillas protectoras. Y los cosméticos...
Siguió dándole la lista
mientras entraban en la terminal. Joe sacudía la cabeza, atónito.
—Bueno, ¿cómo estás?
—preguntó entonces.
¿Cómo estaba?
Sorprendido. Alarmado. Turbado por el recuerdo de aquel beso. Sintiéndose
culpable por ciertos pensamientos inadecuados...
—Bien.
—Soy tu amiga, Joe,
puedes decírmelo. ¿Te da miedo encontrarte con Ashley y su novio?
—No puedo decir que esté
deseando verlos.
—Sé que no va a ser
fácil, pero no olvides que yo estoy aquí para ayudarte —dijo Demi entonces.
—Gracias —murmuró él,
sin mirarla—. Eres una buena amiga.
—Siempre lo seré.
Fue un alivio llegar a
la cola de embarque. Joe se sentía raro. ¿No era un experto en situaciones
complicadas?, se preguntó. Pero era fácil rescatar a un colega en apuros,
lanzarse por una pared vertical o sacar a alguien enfermo de la jungla. Incluso
conseguir el contrato con la C.B.C.
le parecía fácil comparado con aquella repentina atracción por su mejor amiga.
El podía instruir a ejecutivos para analizar una situación comprometida y
resolver cualquier problema, pero no sabía cómo lidiar con aquello.
—Vamos a buscar a los
demás. Seguramente estarán en la cafetería.
Fue Demi quien vio
primero a Ashley y le dio un codazo para advertirlo.
—Prometiste ser
agradable —le recordó él—. Recuerda que de este viaje depende un contrato.
—Lo seré.
Estaba tan preocupado
por Demi que no tuvo tiempo de pensar en su reacción al enfrentarse con Ashley.
Aunque, en realidad, no sintió nada en absoluto.
—Hola. Estás muy guapa.
Era cierto. Estaba
radiante. Si tenía alguna duda, allí estaba la respuesta. Ashley era feliz con Liam.
Como había supuesto, iba
perfectamente vestida para la ocasión con unos pantalones de color caqui, una
blusa blanca y unas sandalias que eran prácticas y elegantes al mismo tiempo.
De tacón plano, por supuesto.
—Hola, Joe —lo saludó
ella—. ¿Cómo estás? —le preguntó en voz baja.
Joe empezaba a cansarse
de que le preguntaran eso.
—Bien —contestó, aunque
seguramente, como Demi, Ashley no se lo creería. ¿Por qué no podían aceptarlo?
—Hola, Ashley—dijo Demi.
—Hola —la saludó ella,
sin disimular su frialdad— Y felicidades. Me han dicho que Joe y tú os habéis
prometido. Un romance rápido, ¿no?
—No, en realidad hemos
tardado catorce años en darnos cuenta de cómo nos queremos —replicó Demi.
—Qué suerte haberos dado
cuenta justo antes de un viaje a las Seychelles —comentó Ashley, irónica.
Joe se puso tenso, pero Demi
parecía controlar la situación.
— ¿Verdad que sí? Yo
estoy encantada.
—No me extraña.
Joe se volvió hacia el
hombre que iba con Ashley. Era alto, guapo y parecía encantado consigo mismo.
En realidad, sería el tipo ideal para Demi.
—Seguro que se llama
Bryan —le dijo ella al oído—. A ver si puedes ver su pasaporte.
—Se supone que debes
comportarte —murmuró Joe, pero no pudo evitar una sonrisa.
Eran dieciséis personas
en total y, aunque naturalmente los que trabajaban para C.B.C. se conocían
todos, sus maridos y esposas no.
La conversación se animó
en cuanto Demi llegó al grupo. Ella siempre había tenido la habilidad de animar
las fiestas y poco después hacía reír a todo el mundo. Seguramente no sabría
abrirse camino en la jungla, pero nadie mejor que Demi Stevenson para animar
una reunión.
Sin embargo, le pareció
que miraba demasiado al prometido de Ashley.
— ¿Por qué miras tanto a
Liam?
—Porque no sé qué ha
visto Ashley en él. Es absolutamente soso.
—Está enamorada
—contestó Joe.
—Ya lo veo, pero no lo
entiendo.
—Es muy guapo, ¿no?
—Sí, supongo que sí
—murmuró Demi, haciendo una mueca.
—Pensé que sería tu
tipo.
— ¿De verdad?
—Tiene ese aspecto
orgulloso que tanto te gusta. Debes admitir que se parece a Will.
—No se parece en
absoluto.
Joe no estaba de
acuerdo, pero sabía que ella había estado enamorada de Will. Debía tener tacto,
se dijo.
—Entonces, ¿Liam no es
tu tipo?
—Para nada.
—Me alegro —dijo Joe
entonces, mirándola a los ojos.
Se sentía un poco raro.
Él, que nunca había estado enfermo, empezó a preguntarse si le pasaba algo. Eso
explicaría su incapacidad para concentrarse, por ejemplo. O quizá estaba
cansado.
Demi estaba hablando con
otra mujer.
—Me encanta tu anillo.
Es precioso.
—Gracias, es mi anillo
de compromiso —contestó Demi, muy coqueta.
— ¿Lleváis mucho tiempo
prometidos?
—No, sólo desde el
viernes.
—Qué romántico.
—La verdad es que nos
conocemos desde hace muchos años.
— ¿Y por qué habéis
decidido casaros ahora?
Demi miró a Joe y después
se volvió hacia la mujer.
—Ha sido algo curioso.
Un día lo miré y me di cuenta de que quería pasar el resto de mi vida con él.
— ¿Y él sentía lo mismo?
—Eso tendrás que
preguntárselo a Joe.
Era muy convincente,
desde luego, pensó Joe. Casi lo había convencido de que era verdad. Unos
segundos después, Ashley se acercó a él, contrita.
—Oye, quiero darte las
gracias. Podrías habérmelo puesto muy difícil.
— ¿Por qué iba a
hacerlo? A los dos nos interesa el contrato con C.B.C.
—Espero que sepas que
nunca quise hacerte daño.
—No te preocupes. Me
alegra verte feliz —dijo Joe.
—Y espero que tú también
lo seas.
Involuntariamente, Joe
miró a Demi.
—Hubiera sido un error
casarme contigo. Demi siempre habría estado entre los dos —dijo Ashley
entonces.
—Ella no es así —replicó
Joe, indignado.
—Quizá no lo sea, pero
habría estado entre nosotros de todas formas. No me sorprendió nada saber que
vendría en mi lugar. Siempre pensé que estabas enamorado de ella.
Joe sintió como si
acabara de entrar en un túnel oscuro.
—Eso es una bobada. Demi
y yo sólo somos buenos amigos. Nos has visto juntos, Ashley. No estamos
enamorados.
Ashley sonrió.
— ¿De verdad?
¿Enamorado de Demi? No
podía ser. ¿De qué estaba hablando? La quería, por supuesto, como se quiere a
una hermana.
Aunque él no sabía qué
perfume usaba su hermana. No podía cerrar los ojos y recordar cada rasgo del
rostro de su hermana, incluso las pestañas. Y, aunque la quería mucho, no se
sentía mejor sólo por estar a su lado.
Como le pasaba con Demi.
Estaba enamorado de ella.
Era como si el mundo se
hubiera puesto patas arriba. ¿Cuándo había ocurrido? ¿Cómo había ocurrido?
— ¿Qué quería Ashley?
—preguntó Demi entonces, acercándose.
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