miércoles, 19 de junio de 2013

(_¸.•'´ *Solo Amigos*`'•.¸_) Jemi Cap:16



Todos empezaron a parecer más positivos, pero Demi sospechaba que era por la actitud de Joe.
— ¿Crees que nos pillará la tormenta? —preguntó Cassandra.
—Es posible que nos mojemos un poco, pero cuando lleguemos a la isla estaremos a salvo. Tenemos comida y agua, no pasará nada.
Había algo muy tranquilizador en él. No era el hombre más guapo del barco y, desde luego, no era el mejor vestido, pero era la persona con la que uno querría estar en una situación de peligro. Tan tranquilo, tan seguro. Joe no dejaría que les ocurriera algo malo.
—Lo estás haciendo muy bien, Elvis —lo animó, al ver que el chico parecía nervioso.
— ¡Sí, genial! —dijo Liam, sarcástico—. Personalmente, yo me guardaría los halagos para alguien que hubiese comprobado el informe del tiempo antes de salir. Pienso exigir en el hotel que contraten gente más profesional...
—Si volvemos al hotel será gracias a Elvis no a ti —lo interrumpió Demi—. Y cállate de una vez. Es un crío y está asustado.
—No es el único —murmuró Cassandra.
Todos estaban tensos. Era increíble que unos minutos antes hubieran estado riendo y buceando en el mar. Pero cuando alguien vio una isla a lo lejos, todos se animaron de nuevo.
—Vamos hacia allí.
—Pero habrá tormenta y en este barco no podemos cobijarnos —protestó Liam de nuevo.
—Permanecer secos sería el menor de nuestros problemas si seguimos en el barco —dijo Joe.
La brisa se había convertido en viento y la tela que cubría una parte del barco se movía violentamente.
Era increíble cómo había cambiado el tiempo. Un segundo después el sol desapareció tragado por la gran nube gris y la lluvia los golpeó con la fuerza de un camión de diez toneladas.
— ¡Demi! —Joe tenía que gritar para hacerse oír—. Organiza a todo el mundo para achicar agua.
Desgraciadamente, la lluvia estaba llenando la cubierta de agua y muchos de los pasajeros empezaban a marearse.
—Tengo ganas de vomitar —dijo Cassandra.
—Ayúdame a achicar agua. Si tienes algo que hacer se te pasará el mareo.
Sacudido por las olas, que cada vez eran más altas, el pequeño barco parecía una cáscara de nuez en medio del mar. Era como estar en otro océano, como una pesadilla.
Mientras achicaba agua, Demi se preguntó qué hacía allí. Ella, una chica de ciudad, achicando agua en medio de una tormenta en el océano índico. Alguien a su lado estaba llorando, pero no podía ver quién era. A pesar de su aparente calma estaba asustada. Pero sólo tenía que mirar a Joe para seguir trabajando. Joe estaba allí, controlando la situación y no dejaría que le pasara nada.
Era como estar atrapada en un mal sueño, un sueño con consecuencias imprevisibles. Unos minutos después, afortunadamente, se acercaron a las rocas que bordeaban la isla. Joe se subió entonces a la barandilla.
— ¿Qué haces? —gritó Demi para hacerse oír.
—No podemos echar el ancla junto a las rocas. Elvis se acercará todo lo que pueda y entonces yo podré tirarme al agua.
— ¿Vas a tirarte al agua? ¿Para qué?
—Para tirar del cable, pero no te preocupes. No me pasará nada.
Demi no podía creerlo. Las olas eran altísimas y el mar, antes de un azul transparente, parecía casi negro. Observó angustiada toda la operación, rezando para que no le pasara nada, y afortunadamente así fue. Cuando estaban cerca de las rocas, Joe se lanzó al agua y tiró del cable del barco para llevarlos hasta la playa.
Después, dio órdenes para que sacasen las neveras y las bolsas de comida. La tormenta había empeorado, como enfadada porque hubiesen escapado de sus garras. El viento doblaba las palmeras casi hasta partirlas por la mitad mientras la lluvia caía en un torrente ensordecedor.
— ¡Bienvenidos al paraíso! —gritó Demi. Y todos rieron histéricamente.
En esas condiciones era difícil saber qué condiciones ofrecía la isla, pero al final decidieron explorar un poco para ver si encontraban algún refugio.
Joe se quedó atrás con Elvis para intentar asegurar el barco a las rocas, pero observó a Demi llevando una pesada nevera con Cassandra. Sonreía animosamente e incluso se permitía hacer bromas a pesar de la situación. No tardaron mucho en explorar la isla, que no era más que un grupo de rocas y arena cubierta de vegetación. Al final, encontraron una cala rodeada de palmeras y colocaron entre dos de ellas un plástico que habían sacado del barco para refugiarse, aunque el refugio era más psicológico que real.
Para entonces estaban todos agotados y se dejaron caer sobre la arena, suspirando de alivio.

***
SÓLO Joe resistió la tentación de sentarse con los demás.
—Creo que sería buena idea traer el barco hasta esta cala. Aquí estaría más protegido.
Liam dejó escapar un exagerado suspiro.
—Vaya por Dios, ahora se cree Robinson Crusoe. ¿Eso no puede esperar? Acabamos de sentarnos —protestó de nuevo.
—Sería más seguro hacerlo ahora —contestó Joe—. Sé que estamos todos muy cansados, pero no sabemos cuándo podremos salir de aquí. No quiero hacer de Robinson Crusoe, pero me vendría bien que alguien me echara una mano.
—Llévate a Elvis. Es su responsabilidad.
—Elvis es un crío y está agotado...
— ¡Estamos todos agotados!
— ¿Por qué no descansamos un rato? —sugirió Ashley—. Luego podríamos intentar traer el barco hasta aquí.
Joe vaciló un momento. Demi vio que parecía realmente preocupado y decidió levantarse.
—Yo iré contigo —dijo, aunque le pesaban las piernas y no estaba segura de poder meterse en el agua para tirar de un barco.
Estaba empapada. Joe la recordó entonces en la boda de Selena, impecable con aquel vestido y el pelo brillante. Siempre había pensado que era una princesa, pero no había duda: era una princesa con arrestos.
Su oferta avergonzó a uno de los hombres, que se apresuró a ofrecer su ayuda también. Afortunadamente, porque el barco se balanceaba sacudido por las olas y podrían haberlo perdido.
Demi sabía que iba a ser un trabajo duro, pero fue mucho más difícil de lo que esperaba. Hubo momentos en los que pensó que iba a caer desmayada. El agua les llegaba por la cintura, pero era difícil manejar el barco con aquella tormenta. Llovía con tanta fuerza que apenas podían abrir los ojos y las olas los lanzaban contra las rocas.
Se sumergió varias veces y en una ocasión desapareció por completo bajo el barco hasta que Joe, frenético, la sacó del agua.
Pero no se rindió, siguió tirando del cable con todos los demás. Y cuando creía que las piernas no iban a responderle llegaron a la playa. Allí se dejó caer sobre la arena, exhausta, incapaz de moverse.
Joe la tomó en brazos.
—Estoy bien —protestó Demi—. Suéltame.
—Deja de moverte y cállate —le ordenó él.
— ¡Qué amable! Se supone que estamos prometidos, ¿no te acuerdas?
Había querido que Joe sonriera, pero aunque lo hizo, su expresión era muy seria.
—No se me ha olvidado.
Fue Cassandra quien notó que a Demi le sangraba un pie y rápidamente limpió la sangre con una toalla.
—Es un corte profundo.
—Debe haber sido con las rocas, pero no me he dado ni cuenta. Estas sandalias están hechas para caminar sobre la arena... qué lástima, con lo bonitas que eran —suspiró Demi.
—Deberías preocuparte por el pie, no por las sandalias —le regañó Joe, inspeccionando la herida— Cassandra tiene razón. Es un corte profundo. ¿Por qué no has dicho algo?
—No me he dado cuenta. La verdad es que no me duele.
Normalmente ella era terrible con la sangre y las heridas, pero observaba el corte como si no fuera su propio pie. Seguramente, debido al cansancio. En Londres se habría puesto a gritar como una cría, corriendo hacia el hospital para ser atendida por un médico que se pareciese a George Clooney.
Qué raro pensar en la serie Urgencias cuando estaban abandonados en una playa desierta en medio del océano índico, con el viento soplando como un huracán, se dijo.
— ¿Hay que amputar, doctor? —intentó bromear.
La sonrisa de Joe la calentó más que un montón de mantas.
—Creo que sobrevivirás. Pero habrá que darte algún punto.
Después de buscar improductivamente una venda, Joe rasgó su camisa y le vendó la herida.
— ¿Qué tal ahora?
—Mejor que una pedicura —contestó Demi.
Empapada y dolorida, se sentía absurdamente feliz. La tormenta ya no le daba miedo, sólo era un ruido de fondo. Poco después sacaron la comida de las neveras, pero Cassandra parecía preocupada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario